Cámara al Hombro: Comedores comunitarios en Argentina
Desde la llegada al poder de Mauricio Macri en Argentina, el país ha visto cómo va en alza la inflación, el aumento del desempleo y la pobreza.
Uno de los indicadores más fuertes de los pilares de la crisis en Argentina se refleja en los comedores comunitarios. El vertiginoso aumento en la asistencia a estos sitios, trajo consigo un mayor esfuerzo colectivo para poder alimentar a quienes pasan hambre bajo el Gobierno de Macri.
Los casi tres años de políticas económicas del Gobierno de Mauricio Macri, apuntadas al ajuste y al endeudamiento, han llevado a la República Argentina a sumergirse en una crisis no sólo económica, sino política y social.
Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos de Argentina (Indec), el 25,7 por ciento de las personas viven bajo la línea de la pobreza, y se espera que este número vaya en aumento. Un estudio sobre la infancia y la alimentación, determinó que el 33 por ciento de los niños se alimentan en comedores escolares o populares.
La pelea contra el hambre transforma la bronca en solidaridad. Es así que en las barriadas más pobres los vecinos y los movimientos populares se organizan y preparan ollas comunitarias para que todas las familias puedan alimentar a sus niños.
En el barrio La Matera en la localidad de San Francisco Solano, municipio de la ciudad de Quilmes, en las afueras de la ciudad de Buenos Aires (capital de Argentina), funciona un comedor parroquial que alimenta a unos doscientos chicos de manera diaria, y por primera vez desde su fundación tuvieron que instalar un cartel que dice que no hay más cupos para el comedor.
Acá, a miles de kilómetros de las oficinas del Fondo Monetario Internacional (FMI) en Washington, capital de EE.UU., se palpa materialmente el impacto de las políticas económicas que Argentina implementa en su nombre.
Esto es sólo uno de los reflejos de la frágil situación que transita la República Argentina. La historia ha comprobado reiteradamente que cuando los estómagos están vacíos, los pueblos se levantan para reclamar el pan.
Sebastián Salgado, Quilmes.
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