“Es una medida cruel por parte de Estados Unidos, pero no es más que guerra psicológica que no puede cambiar la realidad”, ha declarado hoy miércoles el portavoz de Harakat Hezbulá Al-Nuyaba, Seyed Hashem al-Musavi.
Ayer martes, el Departamento del Tesoro estadounidense anunció sanciones a ese movimiento y a su secretario general, Akram Abás al-Kabi —ya sancionado por el mismo Departamente en 2008—, acusando al grupo de terrorismo con falsos pretextos.
Al-Musavi ha cuestionado hoy la competencia y la legitimidad de Washington para acusar a su grupo de terrorismo e “imponer sus consejos a otros pueblos”.
Para el vocero, las restricciones anunciadas por Washington forman parte de intentos condenados al fracaso por disuadir a Harakat Hezbulá Al-Nuyaba de luchar contra los terroristas y defender la soberanía de Irak.
Es una medida cruel por parte de Estados Unidos, pero no es más que guerra psicológica que no puede cambiar la realidad”, dice el portavoz de Harakat Hezbulá Al-Nuyaba, Seyed Hashem al-Musavi, sobre las sanciones al movimiento recién anunciadas por Washington.
El movimiento Al-Nuyaba, ha recordado Al-Musavi, “no tiene intereses económicos ni financieros” para que EE.UU. lo quiera sancionar.
Anteriormente, el presidente del consejo político del movimiento, Sheij Ali al-Asadi, había condenado una propuesta lanzada por varios congresistas estadounidenses para imponer más sanciones al grupo, achacándola al fracaso de los planes de EE.UU. y sus subordinados árabes en el oeste de Asia.
Al-Nuyaba figura en la lista publicada en enero por la cadena saudí Al-Arabiya de grupos de resistencia iraquí dependientes de las Unidades de Movilización Popular iraquíes (Al-Hashad Al-Shabi, en árabe) a los que el Gobierno de Washington había pedido a Bagdad que desarmara.
La corriente iraquí creada en 2013 por Al-Kabi ha sido un firme opositor a la presencia militar estadounidense en Irak.
El Gobierno de Bagdad ha alabado en reiteradas ocasiones la contribución de las milicias de la Resistencia a la lucha antiterrorista, si bien los países occidentales las consideran una amenaza para sus intereses.
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