En largas filas, con unos rostros cansados y unas miradas desesperadas. Así es como miles de “dreamers”, los llamados soñadores, transcurren este jueves 5 de octubre. Día en el que se cierra el plazo parar renovar el plan migratorio Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por su sigla en inglés). Una protección legal decretada en 2012 por el expresidente Barack Obama para unos 800 mil jóvenes indocumentados que entraron en el país con menos de 16 años.
Llegaron a EE.UU. sin que lo quisieran. Muchos de ellos, ni recuerdan de aquella arriesgada travesía que les convirtió en indocumentados en el país que llaman hogar. Ahora podrían quedar en el limbo con la eliminación de la DACA, que les permitía trabajar legalmente. Una polémica decisión tomada el 5 de septiembre por la Administración de Donald Trump que busca presionar al Congreso para que busque una solución.
¿Cuál será su destino? Aun no se sabe con claridad. La Casa Blanca tan solo ha asegurado que no serán prioridad de deportación. La única luz de esperanza para estos jóvenes quizás pasaría por el Capitolio. Donde, de hecho, se congregaron el miércoles para apoyar a los legisladores que respaldan el Dream Act, un proyecto de ley que legalizaría a los soñadores de una vez por todas.
Pese a la presión pública de Trump para que el Congreso logre una solución, legisladores republicanos negaron que el mandatario haya alcanzado un acuerdo con los demócratas para proteger a los jóvenes.
Según Kevin McCarthy, líder de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes, Trump condiciona un proyecto de ley para los dreamers si el Congreso aprueba la reforma de impuestos que también acabaría con el Obamacare.
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