El Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI) de Irán atacó el 8 de enero dos bases militares estratégicas de EE.UU. en Irak, entre ellas Ain Al-Asad, como parte de la prometida venganza por el asesinato del comandante de la Fuerza Quds del CGRI, el teniente general Qasem Soleimani.
EE.UU. negó en un principio la existencia de víctimas entre sus soldados, sin embargo, ocho días después confirmó que 11 soldados habían sufrido lesiones cerebrales traumáticas (TBI, por sus siglas en inglés). La cifra se elevó gradualmente a 34 y 50, 64 y 109 y ahora es de 110.
El coronel Paul Friedrichs, cirujano de comando en el Comando de Transporte de EE.UU. (USTRANSCOM, por sus siglas en inglés) defendió la tardanza en anunciar la cifra de los casos TBI por el Departamento de Defensa (el Pentágono) diciendo que este tipo de problema es normalmente “indeterminado”.
Los síntomas podrían incluir dolores de cabeza, mareos, problemas de memoria, problemas de balance físico, dificultad en concentración o irritabilidad, explicó el lunes Friedrichs a los periódicos desde la sede del Pentágono en Washington.
“Muchas personas preguntaron: ¿por qué no identificamos inmediatamente a quienes sufrían lesiones cerebrales traumáticas? Porque los síntomas son bastante indeterminados”, resaltó el coronel estadounidense.
El Pentágono, de acuerdo con Friedrichs, había examinado a los militares que se encontraban dentro del radio de 50 metros donde ocurrió el ataque relámpago iraní contra Ain Al-Asad, y fueron diagnosticados con TBI, pero, añadió el cirujano militar, algunos uniformados comunicaron más tarde sobre los síntomas cerebrales que habían sufrido.
Sin embargo, pese a la magnitud de la ofensiva, Teherán ha dejado claro que solo vengó el ataque de EE.UU. al vehículo de Soleimani y no su muerte.
El asesinato del alto estratega iraní, además de poner en entredicho el poder de EE.UU. a nivel regional, podría jugar en su contra y allanar el camino para su expulsión de Irak, país rico en reservas petrolíferas y geográficamente estratégico, del que probablemente Washington no desea salir.
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