En comunicados emitidos por separado, el Movimiento de Resistencia Islámica de Irak, conocido como Kataeb Hezbolá, y el Movimiento Hezbolá Al-Nuyaba —ambos vinculados a las Unidades de Movilización Popular de Irak (Al-Hashad Al-Shabi, en árabe)— han pedido este miércoles al presidente de Irak, Barham Salih, que no se reúna con el presidente de EE.UU., Donald Trump, en la ciudad suiza de Davos.
Los representantes de muchos países del mundo han concurrido esta semana a Davos para participar en el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés).
Las fuerzas populares recuerdan a Salih que apretaría manos de quien es el asesino de sus comandantes, en alusión al asesinato del entonces comandante de la Fuerza Quds, del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI) de Irán, el teniente general Soleimani, y del subcomandante de Al-Hashad Al-Shabi, Abu Mahdi al-Muhandis, en un bombardeo estadounidense en Bagdad, capital iraquí.
El Movimiento Hezbolá Al-Nuyaba ha indicado en su nota que resulta “sorprendente” que Salih, que “representa” a una nación y un Parlamento que han optado por la expulsión de los invasores, se reúna con el mandatario de un país que ha ocupado su territorio.
“No sabemos cómo darías la mano a alguien cuyas manos están manchadas de sangre de nuestros comandantes (…) Si ocurre eso, la nación iraquí no va a aceptar a quien extiende la mano hacia los criminales y los terroristas que han matado a los iraquíes”, ha alertado.
El Kataeb Hezbolá, a su vez, ha llamado “estúpido” y “asesino” al presidente estadounidense y ha hecho constar en que ningún encuentro debe mantenerse entre Salih y Trump.
No hay que ignorar la sangre derramada de los militares y de los civiles iraquíes y actuar contra la voluntad de la nación, ha matizado este movimiento. En cualquier otro caso, ha alertado, se tomará medidas para “la expulsión” de Salih de Bagdad.
El proyecto para expulsar a EE.UU. arrancó justo después de que las fuerzas norteamericanas bombardearan el 30 de diciembre varias posiciones de Kataeb Hezbolá, en el distrito de Al-Qaim, en la provincia de Al-Anbar (oeste). Las fuerzas populares aseguraron un día después que “el cobarde ataque” de EE.UU. contra sus posiciones jugaría en su contra, ya que allanaría el camino para el fin de su presencia en Irak.
El asesinato del alto estratega iraní, no obstante, fue la gota que colmó el vaso y aceleró dicho proceso. El Parlamento iraquí aprobó el 5 de enero, una resolución pidiendo al Gobierno de Bagdad que cancele la solicitud de asistencia de EE.UU. y ponga fin a la presencia de sus fuerzas en el marco de la llamada coalición anti-EIIL (Daesh, en árabe), liderada por Washington, o en cualquier otro contexto.
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