El gabinete de Salam, compuesto por 24 ministros, divididos equitativamente entre sectas cristianas y musulmanas, se formó después de más de tres semanas de conversaciones con partidos políticos en el Líbano.
El presidente del país, Joseph Aoun, ha anunciado este sábado en un comunicado que ha aceptado la renuncia del anterior gobierno interino del premier Nayib Mikati, y ha firmado un decreto con el nuevo primer ministro Nawaf Salam para formar el nuevo gobierno de 24 ministros.
A pesar de las presiones de Occidente, los ministros nombrados por el Movimiento de Resistencia Islámica del Líbano (Hezbolá) y su aliado el movimiento Amal, forman parte del nuevo gobierno.
“Continuaremos con las reformas financieras y económicas y estableceremos un poder judicial independiente”, ha afirmado Salam poco después del anuncio de la formación del gobierno, asegurando que la reforma es la única manera de salvar al país.
Salam ha aseverado que el gobierno no será un espacio para disputas, sino para trabajo constructivo.
Además, el primer ministro libanés ha dejado claro que la reconstrucción en el sur, tras más de un año de bombardeos israelíes, “no es una promesa, sino un compromiso”.
Ha instado a Israel a retirarse del sur del país. “La Resolución 1701 debe completarse, el alto el fuego debe implementarse y la retirada de Israel de todos los territorios libaneses debe ser seguida”, ha subrayado.
La firma del decreto gubernamental se produjo después de la reunión tripartita que tuvo lugar en el Palacio de Baabda, en la que participaron Aoun y Salam, y el presidente del Parlamento, Nabih Berri.
El Líbano también sigue sumido en una devastadora crisis económica, que ya va por su sexto año, que ha golpeado a sus bancos, destruido su sector eléctrico estatal y ha dejado a muchos en la pobreza, sin poder acceder a sus ahorros.
Salam, diplomático y expresidente de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), ha prometido reformar el poder judicial y la maltrecha economía del Líbano y lograr la estabilidad en el atribulado país, que ha enfrentado numerosas crisis económicas, políticas y de seguridad durante décadas.
Aunque Hezbolá no apoyó a Salam como primer ministro, el movimiento libanés sí entabló negociaciones con el nuevo primer ministro sobre los escaños musulmanes chiíes en el gobierno, según el sistema de reparto de poder del Líbano.
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