Por: Sayyed Pezhman Madany *
Este movimiento parece ser una contramedida estratégica frente a las agresivas políticas económicas del presidente estadounidense Donald Trump, transformando la confrontación financiera en un intenso enfrentamiento geopolítico entre los dos archirrivales.
El diseño de estas lanchas recuerda a los legendarios Puertos Mulberry que posibilitaron la invasión del Día D en la Segunda Guerra Mundial, lo que insinúa la ambición de China de establecer una infraestructura militar móvil capaz de eludir los puntos de desembarco convencionales.
Estas embarcaciones pueden atracar con barcos más grandes y desplegar puentes largos para descargar tanques y vehículos militares directamente sobre las carreteras de Taiwán. Algunas incluso cuentan con pilares “elevables”, garantizando estabilidad en condiciones climáticas adversas.
Su ritmo acelerado de construcción y su diseño poco convencional orientado a lo militar subrayan su propósito estratégico. Las imágenes satelitales han localizado al menos siete de estas lanchas en los astilleros de Guangzhou, reforzando las sospechas sobre su papel previsto.
Expertos sugieren que estas lanchas proporcionan a China una capacidad de asalto anfibio flexible y a gran escala, complicando la defensa de Taiwán al abrir nuevas zonas de desembarco menos predecibles.
En lugar de depender únicamente de los tradicionales puntos de desembarco, estos muelles móviles podrían llevar fuerzas blindadas directamente a terrenos más sólidos, reduciendo el riesgo de quedar atrapados en áreas costeras bien defendidas.
Este desarrollo marca una nueva escalada en las tensiones entre China y Estados Unidos, entrelazando los preparativos militares con la guerra económica.
Con el regreso de Trump a la Casa Blanca y las renovadas amenazas de presión económica sobre China, las acciones de Pekín envían un mensaje claro: la disuasión no solo se trata de retórica, sino de activos militares tangibles.
Estas lanchas no son meras herramientas de invasión, sino declaraciones de intenciones, señalando que China está dispuesta a enfrentar la política estadounidense de coerción económica con fuerza estratégica.
El escenario está listo para un enfrentamiento geopolítico donde el poder militar y económico se utilizan como armas rivales, cada una moldeando el incierto futuro del Estrecho de Taiwán.
Preparativos militares de China y Taiwán
Taiwán se encuentra en el centro de un intensificado concurso geopolítico entre China y Estados Unidos, cuya importancia trasciende más allá de la geopolítica regional.
Para Pekín, Taiwán es una parte inseparable de su territorio, y para Washington, es un símbolo de un aliado crucial en el Pacífico.
Pero más allá de la ideología, el dominio de Taiwán en la fabricación de semiconductores lo convierte en un activo irremplazable, uno tan vital que una reciente evaluación del Ejército de EE. UU. advirtió que un conflicto sobre Taiwán podría interrumpir gravemente las cadenas de suministro militares propias de Estados Unidos.
Los últimos desarrollos militares de China, especialmente la construcción de lanchas de asalto anfibias, son más que simples preparativos para el campo de batalla. Representan un mensaje estratégico.
Estas embarcaciones especializadas, diseñadas para transportar equipos militares pesados directamente a las carreteras de Taiwán, otorgan a China una mayor flexibilidad en un escenario de invasión anfibia.
Solo su presencia aumenta las apuestas para Estados Unidos, demostrando que Pekín tiene tanto la capacidad como la disposición para intensificar las tensiones si la presión económica se vuelve demasiado agresiva.
Fuerza militar como forma de disuasión
La acumulación militar de China no se trata solo de prepararse para la guerra, sino de moldear percepciones e influir en decisiones.
El despliegue de activos operacionales reales, como las lanchas de asalto anfibias, es una señal deliberada: cualquier coerción económica, especialmente desde Washington, no quedará sin respuesta.
Esta estrategia sigue un principio probado por el tiempo: las acciones hablan más que las palabras, y en la geopolítica, las acciones militares hablan más fuerte.
Al construir estas lanchas, China no solo está mejorando su capacidad para integrar completamente a Taiwán, sino que también refuerza su capacidad para disuadir las maniobras económicas estadounidenses.
El mensaje es claro: Pekín está preparado para contrarrestar la presión financiera con fuerza, convirtiendo la escalada militar en una posibilidad creíble si la confrontación económica continúa.
En este concurso de alto riesgo, las líneas entre la palanca económica y la preparación militar están cada vez más difusas, y Taiwán sigue siendo la pieza más volátil en el tablero global.
Trump, investido para un segundo mandato como el 47.º presidente de los Estados Unidos, ha regresado con una determinación aún mayor para desafiar la creciente y ampliamente expandida dominación económica y estratégica de China.
Su primer mandato presenció una intensa guerra comercial entre ambas partes, marcada por aranceles generales, restricciones comerciales y sanciones diseñadas para frenar el ascenso de China.
Si Trump refuerza estas medidas, un intercambio económico de represalias es casi inevitable, uno que podría llevar a China a responder más allá de los medios financieros.
Con Trump buscando sofocar el crecimiento económico de Pekín mediante maniobras económicas agresivas, China ya se está preparando para la siguiente ronda de confrontación.
Palanca militar como disuasión económica
China comprende que el poder económico de EE.UU., si se aprovecha por completo, podría interrumpir sus ambiciones tecnológicas e industriales, especialmente en sectores críticos como la fabricación de alta tecnología.
Pero en lugar de depender únicamente de contramedidas financieras, Pekín está recurriendo a la preparación militar como disuasión.
El desarrollo de lanchas anfibias especializadas no se trata solo de posibles operaciones militares contra Taiwán, sino de un mensaje calculado hacia Washington.
Estas embarcaciones simbolizan la disposición de China para intensificar las tensiones si la presión económica supera un umbral determinado. La advertencia implícita es clara: la guerra económica podría tener consecuencias militares en el mundo real, obligando a EE. UU. a pensarlo dos veces antes de presionar demasiado.
La historia ha demostrado que las acciones prácticas y tangibles son a menudo los elementos disuasivos más efectivos. Un ejemplo notable ocurrió a principios de la década de 2010, cuando EE.UU. consideró imponer un embargo sobre las importaciones de gasolina a Irán.
En respuesta, Irán aumentó rápidamente su producción nacional de gasolina a través de plantas petroquímicas, demostrando que podía neutralizar la amenaza económica.
Como resultado, el embargo nunca se implementó completamente, lo que prueba que la preparación en el mundo real puede disuadir a un adversario de llevar a cabo sus amenazas.
Ahora, China sigue un libro de jugadas similar. Al construir capacidades militares que podrían intensificar un conflicto sobre Taiwán, Pekín está enviando la señal de que tiene los medios para contrarrestar la nueva ofensiva económica de Trump.
En esta nueva era de luchas de poder globales, las estrategias económicas y militares no son separadas, sino dos caras de la misma moneda.
El ciclo de acción y reacción
Las políticas económicas de Trump corren el riesgo de desatar un ciclo de escalada de alto riesgo, donde cada movimiento es respondido con una contramedida, ya sea militar o económica. Sin embargo, este ciclo también sirve como una forma de señalización estratégica: tanto EE.UU. como China comprenden que sus acciones no quedarán sin respuesta.
Los preparativos militares de China, especialmente la construcción de lanchas de asalto anfibias, son más que simples herramientas de guerra; son advertencias calculadas.
Pekín está dejando claro que cualquier asalto económico de Washington podría provocar una respuesta militar, modificando sutilmente el cálculo de riesgos para los responsables de la política estadounidense. Por lo tanto, la presencia de estas lanchas no se trata solo de un posible conflicto. Se trata de disuasión, utilizando la fuerza militar para disuadir la agresión económica.
Las políticas económicas de Trump podrían desencadenar un ciclo de escalada militar y económica. Pekín ya está trabajando para reforzar sus alianzas globales. Los lazos más estrechos con Rusia, Europa y otros actores clave podrían proporcionar a China vías económicas alternativas, mitigando el impacto de las sanciones y restricciones comerciales de EE.UU.
Sin embargo, la acumulación militar de China no ocurre de forma aislada. Sirve como un recordatorio claro de que la guerra económica no ocurre en aislamiento: cuando la influencia económica se utiliza como arma, el poder militar inevitablemente entra en la ecuación.
Para China, la influencia económica y la capacidad militar están interconectadas, proporcionando un enfoque de dos frentes para contrarrestar las tácticas de presión de EE.UU. y los proyectos regionales.
Maniobra militar y declaración estratégica
La construcción de estas lanchas anfibias especializadas por parte de China no es solo una maniobra militar; también es una declaración estratégica.
Al demostrar físicamente su capacidad para la escalada militar, Pekín está advirtiendo a Washington que la guerra económica no vendrá sin riesgos. Esto refleja un principio de larga data en la estrategia internacional: las acciones reales, no solo la retórica, determinan los límites de la agresión de un adversario.
El caso de Irán a principios de la década de 2010 es un paralelo histórico convincente. Cuando EE.UU. amenazó con imponer un embargo de gasolina, la rápida expansión de la producción doméstica de Irán neutralizó la amenaza antes de que pudiera ser implementada.
De manera similar, la acumulación militar de China, particularmente sus capacidades anfibias, obliga a EE.UU. a reconsiderar las consecuencias completas de sus políticas económicas hegemónicas.
En este concurso de alto riesgo y alta tensión, no son solo las palabras o amenazas las que moldean los resultados, sino las preparaciones tangibles y del mundo real las que definen el equilibrio de poder.
* Sayyed Pezhman Madany es escritor e investigador en relaciones internacionales, basado en Teherán.
Texto recogido de un artículo publicado en Press TV.