Túnez se hunde cada vez más en la incertidumbre política. Desde la semana pasada el presidente, Kais Said, anunció una serie de medidas desde suspender el Parlamento, destituir a varios ministros hasta ordenar el arresto de opositores y declarar un toque de queda, subrayando el objetivo de garantizar el regreso a un funcionamiento regular del poder público. Sin embargo, la oposición y el partido Ennahda denunciaron un golpe de Estado en curso.
El partido pidió un diálogo nacional para salir de la crisis, mientras sus partidarios tienen fe en su función. No obstante, los ciudadanos expresan su temor por el futuro del país ahora que el enfrentamiento entre el presidente y el partido ha llegado a un punto crítico.
Said argumentó que tal decisión se debe a las protestas de los tunecinos contra el Gobierno por la delicada situación económica y sanitaria que atraviesa el país, mientras algunos ciudadanos culpan al partido de las múltiples crisis de Túnez.
Ante tal coyuntura, Said aseguró que no se convertirá en un dictador e insistió en su respeto a la Constitución. Afirmó que en medio de la crisis que atraviesa el país está trabajando para garantizar los derechos y la libertad del pueblo. Sin embrago, la oposición y la sociedad civil instan al presidente a hacer pública su hoja de ruta.
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