Francia ha conocido una nueva jornada de protesta ciudadana contra el proyecto de reforma laboral que el Gobierno de Emannuel Macron está dispuesto a aprobar por decreto desoyendo el grito de cientos de miles de trabajadores que se han manifestado por todo el país. Manifestantes que denuncian un nuevo ataque contra la clase obrera que va a verse aún más fragilizada frente a una patronal ultra liberal.
Durante la marcha, los trabajadores del sector privado, del ferrocarril, de la educación, de los hospitales, pero también estudiantes y funcionarios que ven como tras la reforma laboral se dibuja una ofensiva gubernamental, en toda regla, contra los regímenes de pensiones y los derechos adquiridos. Trabajadores que consideran que se les condena a la precariedad, cuando no al paro y a la pobreza.
Frente a un Gobierno que aplica el rodillo parlamentario para aprobar leyes con su mayoría absoluta en la Asamblea Nacional, los sindicatos están dispuestos a ocupar las calles, a no dar tregua a un Ejecutivo que dicen menosprecia a los ciudadanos.
El mandatario galo dice que no cederá, que las urnas le han dado la legitimidad necesaria para imponer reformas frente a la protesta sindical. Un presidente que al mismo tiempo se niega a ver que esa legitimidad está puesta en duda cuando hoy el 56 % de los franceses considera que Macron no es un buen presidente.
Juan José Dorado, París.
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