11 de febrero de 1979 es un día que no se borra de la memoria de Irán. Esta fecha es un hito en la historia moderna del país. Los iraníes pusieron fin a la monarquía dictatorial de Pahlavi apoyado por el Occidente, y con el liderazgo del Imam Jomeini (que en paz descanse), establecieron un nuevo sistema.
El 11 de febrero es el día de la victoria final de la Revolución Islámica de Irán, pero sus raíces crecen varios años atrás. La desigualdad, la falta de libertades políticas y civiles y la corrupción del régimen Pahlavi hicieron surgir un movimiento popular que unió tanto a elementos religiosos como a seculares.
1978, un año previo al triunfo de la Revolución, estuvo marcado por huelgas y masivas manifestaciones en todo el país. Las protestas fueron reprimidas brutalmente por militares. Cientos perdieron la vida.
Enormes movilizaciones contra el régimen monárquica continuaron en 1979. El rey nombró a varios primeros ministros para poder controlar la situación, y prometió cambios a los revolucionarios, pero todo en vano. En enero del mismo año, Mohamad Reza Pahlavi abandonó el país para siempre, rumbo a Egipto.
El Imam Jomeini (P), en exilio desde 1963, lideraba el movimiento desde fuera del país. Días después de la salida del Shah, regresó a Irán y fue recibido por millones de personas en las calles de Teherán (capital).
Por fin, el día 11 de febrero de 1979, todo el Ejército se rindió ante las fuerzas populares y la Revolución Islámica resultó victoriosa.
El 1 de abril, tras una abrumadora victoria en un referéndum nacional sobre la Constitución, se fundó la República Islámica de Irán.
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