Soleimani, comandante de la Fuerza Quds del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI) de Irán e indiscutible héroe de la lucha contra Daesh y otros grupos terroristas, no era solamente una importante figura militar, sino que también dirigía el Eje de la Resistencia, una potencia combativa regional, creada para detener los proyectos imperialistas de EE.UU. e Israel en Asia Occidental.
El estratega persa era considerado una personalidad política popular tanto en Irán como en Irak, Siria, Palestina y Yemen, por eso Irán y los grupos de la Resistencia llevan enfatizando que se vengarán de EE.UU., cuyo presidente ordenó su asesinato en 2020.
A casi cinco años de la desaparición física de Qasem Soleimani, en ataque terrorista efectuado por EE.UU., comprobamos ciertamente que la muerte no es verdad si se ha cumplido bien la obra de la vida. La sangre derramada de por Soleimani y sus colegas ha propiciado el terreno para la lucha valiente de los combatientes de la Resistencia. Los enemigos del Islam tienen que saber, que cuando grandes hombres caen mártires, otros como estos héroes se levantarán y se pondrán en la primera línea de la lucha contra la injusticia.
A continuación, hace un repaso de la carta de Soleimani al Líder de la Revolución Islámica de Irán, el ayatolá Seyed Ali Jamenei, en la que confirmó la eliminación de Daesh de la región de Asia Occidental.
Texto de la carta:
En el nombre de Dios, el Clemente, el Misericordioso.
“Te hemos concedido un claro éxito”.
A la honorable presencia del valiente y querido Líder de la Revolución Islámica,
el Gran Ayatolá Imam Jamenei, que Dios lo proteja.
Saludos cordiales,
Hace seis años, una peligrosa conspiración, similar a las intrigas de la época del Imam Alí (la paz sea con él), privó a los musulmanes de la oportunidad de experimentar la dulzura y el entendimiento genuino del Islam puro del profeta Muhammad (la paz sea con él). Esta vez, esa conspiración, compleja y envenenada por el sionismo y la arrogancia global, irrumpió como una tormenta devastadora en el mundo islámico.
Este complot venenoso y peligroso, diseñado por los enemigos del Islam, tenía como objetivo encender un gran incendio en el mundo islámico y enfrentar a los musulmanes entre sí. Bajo el nombre de “Estado Islámico de Irak y Levante”, esta acción maligna logró en sus primeros meses engañar a decenas de miles de jóvenes musulmanes y sumió a dos naciones clave y estratégicas del mundo islámico, Irak y Siria, en una crisis extremadamente grave.
Este grupo ocupó cientos de miles de kilómetros cuadrados de territorio en estos países, junto con miles de aldeas, ciudades y centros provinciales importantes. Además, destruyó miles de talleres, fábricas e infraestructuras esenciales, como carreteras, puentes, refinerías, pozos y oleoductos, plantas de energía y otras instalaciones de este tipo. También arrasaron ciudades importantes y sus invaluables tesoros históricos y patrimonios culturales, mediante bombardeos y actos de incendio.
Aunque es difícil calcular los daños totales, las evaluaciones iniciales sugieren una pérdida de aproximadamente 500 mil millones de dólares.
En este desastre, ocurrieron crímenes terriblemente dolorosos e indescriptibles, como la decapitación de niños, el desollamiento de hombres vivos frente a sus familias, el secuestro de niñas y mujeres inocentes, seguidas de violaciones, la quema de personas vivas y la ejecución masiva de cientos de jóvenes.
La población musulmana de estos países, desconcertada por esta tormenta venenosa, quedó dividida: algunos cayeron bajo las cuchillas de los criminales takfiríes, mientras que millones abandonaron sus hogares, convirtiéndose en refugiados en otras ciudades y países.
En esta oscura conspiración, miles de mezquitas y lugares sagrados musulmanes fueron destruidos o dañados. En algunos casos, incluso las mezquitas, junto con los imames y fieles presentes, fueron voladas.
Más de seis mil jóvenes engañados, en nombre de la defensa del Islam, realizaron ataques suicidas utilizando vehículos cargados con explosivos en plazas, mezquitas, escuelas, hospitales e instalaciones públicas de musulmanes, resultando en la muerte de decenas de miles de hombres, mujeres y niños inocentes.
Todos estos crímenes, según la confesión del más alto funcionario oficial de los Estados Unidos, quien actualmente ocupa la presidencia de ese país, fueron diseñados y ejecutados por líderes y organizaciones vinculadas a Estados Unidos. Esta estrategia sigue siendo implementada por los actuales líderes estadounidenses.
Lo que finalmente permitió derrotar esta oscura y peligrosa conspiración fue, más allá de la gracia de Dios Todopoderoso y la especial intercesión del Profeta del Islam (P) y su honorable familia, el liderazgo sabio y las orientaciones prudentes de Su Excelencia, junto con la guía del eminente Ayatolá Seyed Ali Sistani. Su liderazgo movilizó todos los recursos para enfrentar esta tormenta venenosa.
Sin duda, la resistencia de los gobiernos de Irak y Siria, el heroísmo de sus ejércitos y jóvenes, especialmente las fuerzas de la Hashd al-Shaabi y otros jóvenes musulmanes de diversos países, junto con la presencia firme y central de Hezbolá bajo el liderazgo de su destacado líder, el honorable Seyed Hasan Nasralá, jugaron un papel decisivo en la derrota de esta peligrosa crisis.
Es igualmente digno de elogio el valioso papel del pueblo y gobierno de la República Islámica de Irán, particularmente el honorable presidente, el parlamento, el Ministerio de Defensa y las fuerzas militares, policiales y de inteligencia de nuestro país en el apoyo a los gobiernos y pueblos de estos países.
Yo, como un soldado encargado por Su Excelencia en este campo, al completar la operación de liberación de Abu Kamal, el último bastión de Daesh, y arriar su bandera estadounidense-sionista para izar en su lugar la bandera siria, anuncio el fin del dominio de este “árbol maligno maldito”.
En nombre de todos los comandantes y combatientes desconocidos en esta lucha, y en representación de los miles de mártires y heridos de Irán, Irak, Siria, Líbano, Afganistán y Pakistán que sacrificaron sus vidas por la defensa de los musulmanes y sus lugares sagrados, presento esta gran victoria decisiva a Su Excelencia, al pueblo noble de Irán y a las oprimidas naciones de Irak y Siria, así como al resto del mundo musulmán.
Con humildad, agradezco profundamente esta victoria a Dios Todopoderoso y me inclino en acción de gracias ante Su majestuosa presencia.
“La victoria proviene únicamente de Dios, el Todopoderoso y Sabio”.
Su hijo y soldado,
Qasem Soleimani
Por su parte, el Líder de la Revolución Islámica de Irán le respondió con esta carta:
En el nombre de Dios, el Clemente, el Misericordioso
A ti, glorioso comandante del Islam y luchador por la causa de Dios, General de División Hach Qasem Soleimani (que Dios aumente tu éxito):
Agradezco con todo mi ser al Gran Dios por haber bendecido tus sacrificios y los de la vasta multitud de tus compañeros en distintos niveles, permitiéndoos erradicar ese árbol malvado que los tiranos del mundo habían plantado, gracias a vosotros, siervos justos, en los países de Siria e Irak.
Esto no fue solo un golpe contra el grupo opresor y deshonroso conocido como Daesh, sino un golpe mucho más duro a la política infame que buscaba provocar guerras internas en la región, destruir la resistencia contra el sionismo y debilitar a los Estados independientes mediante los líderes crueles de este grupo desviado. Fue un golpe también contra los gobiernos de Estados Unidos, tanto el actual como los anteriores, y los regímenes aliados en esta región que crearon este grupo y lo apoyaron en todos los sentidos para extender su nefasto dominio en Asia Occidental y consolidar el poder del régimen usurpador sionista.
Al desmantelar este tumor canceroso y letal, no solo prestasteis un gran servicio a los países de la región y al mundo islámico, sino también a todas las naciones y a la humanidad entera. Este triunfo es una ayuda divina, y un ejemplo del versículo: “Cuando tirabas, no eras tú quien tiraba, era Alá Quien tiraba” (Corán), que se os concedió como recompensa por vuestra lucha incansable día y noche junto a vuestros camaradas.
Te felicito sinceramente y, al mismo tiempo, enfatizo la necesidad de no descuidar las artimañas del enemigo. Aquellos que invirtieron enormes recursos para planear este complot maligno no permanecerán tranquilos; intentarán reactivarlo en otra parte de la región o de otra manera.
Es imperativo mantener la motivación, la vigilancia, la unidad, eliminar cualquier residuo peligroso, llevar a cabo trabajos culturales que fomenten la visión y, en resumen, garantizar una preparación integral.
Os encomiendo a ti y a todos los hermanos combatientes de los países de Irak, Siria y otros, al Gran Dios, y os envío a todos mi saludo y mis oraciones.
Que la paz y la misericordia de Dios sean con vosotros.
30 de Aban de 1396 (21 de noviembre de 2017)
Seyed Ali Jamenei
mkh