Al menos siete mujeres y niños murieron en un ataque con cohetes contra el aeropuerto de Bagdad, en la capital iraquí, donde se hallan desplegados soldados estadounidenses.
Estados Unidos intento el martes vincular el ataque a las fuerzas populares de Irak, advirtiendo sobre el “peligro inaceptable” que generan. “Esas milicias son un peligro inaceptable para todo el mundo en Irak, para los diplomáticos y las instituciones, para los militantes iraquíes y sus familias”, dijo la portavoz del Departamento de Estado estadounidense, Morgan Ortagus.
Kataeb Hezbolá, sin embargo, rechazó el martes la acusación estadounidense, afirmando que ha hallado evidencias claras de la implicación de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos en el ataque del lunes.
La milicia iraquí pidió la formación de un comité de investigación compuesto por representantes de las Unidades de Movilización Popular (Al-Hashd Al-Shabi, en árabe) y del Ministerio iraquí del Interior para investigar el ataque.
El ataque al aeropuerto de Bagdad se produjo en medio de una serie de atentados contra los militares y las representaciones diplomáticas de EE.UU. en el país árabe. Y también se llevó a cabo después de que el secretario estadounidense de Estado, Mike Pompeo, amenazara con cerrar la misión del país norteamericano en Bagdad “si continúan los ataques a las sedes diplomáticas estadounidenses” en Irak.
El sábado, el secretario general de Kataeb Hezbolá, el sheij Akram al-Kaabi, dejó claro que la Resistencia nunca ha atacado un objetivo civil ni a las delegaciones diplomáticas, si bien excluyó a los ocupantes estadounidenses que disfrazan sus actividades delictivas bajo la comparecencia diplomática y el edificio de la embajada.
El dirigente iraquí criticó que los estadounidenses hayan ordenado a sus mercenarios atacar las casas de los civiles alrededor de la embajada en un intento para empañar la imagen de la Resistencia.
Bagdad exige más que nunca la salida de las tropas estadounidenses, en respuesta al brutal asesinato del comandante de la Fuerza Quds, del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI) de Irán, el teniente general Qasem Soleimani, y del subcomandante de las Unidades de Movilización Popular (Al-Hashad Al-Shabi, en árabe) de Irak, Abu Mahdi al-Muhandis, entre otros compañeros, en un ataque selectivo perpetrado en enero por Washington en Bagdad.
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