“La embajada estadounidense en Bagdad se ha convertido en un nido de espías para manejar las crisis en Irak”, ha denunciado el parlamentario Hasan Salem, miembro del movimiento Al-Sadequn.
Tras precisar que algunas de las manifestaciones se dirigen desde el interior de la embajada estadounidense, el legislador iraquí ha añadido que dicha embajada es una especie de centro para las actividades de inteligencia.
Salem insiste en que la sede diplomática de EE.UU. está fomentando el caos en el país árabe para alcanzar sus intereses en la región.
Otro miembro de Al-Sadequn confirmó recientemente que, detrás de las protestas en Irak, había actores extranjeros. Explicó que Washington, debido a sus fracasos en el país árabe, se vio obligado a utilizar a alborotadores para provocar disturbios en las provincias más seguras y mantener su presencia militar en el país, que es lo que le interesa.
El Parlamento de Irak aprobó el 5 de enero una resolución que pide la expulsión de todas las tropas ocupantes estadounidenses de suelo iraquí tras cerca de 17 años de presencia desestabilizadora.
Los legisladores iraquíes adoptaron esta medida después del atentado terrorista mortal de Washington contra el comandante de la Fuerza Quds, del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI) de Irán, el teniente general Qasem Soleimani, y el subcomandante de las Unidades de Movilización Popular de Irak (UMP o Al-Hashad Al-Shabi, en árabe), Abu Mahdi al-Muhandis, entre otros compañeros.
Sin embargo, la Administración estadounidense, presidida por Donald Trump, intenta sortear la decisión de los diputados iraquíes sobre la expulsión de sus tropas reduciendo el número de soldados desplegados.
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