La medida de protesta contra la guerra genocida israelí en Gaza, que ya cumple nueve meses, tuvo lugar el domingo en Bute House, en Edimburgo, donde el nuevo primer ministro británico, el laborista Sir Keir Starmer se reunió con el primer ministro de Escocia, John Swinney.
Los activistas ondeaban banderas palestinas y portaban pancartas en las que exigían un alto el fuego inmediato en Gaza y la liberación de Palestina.
La policía retuvo a los manifestantes propalestinos que intentaron bloquear el coche del líder laborista y escoltó al recién electo primer ministro hasta el vehículo desde que abandonó Bute House —la residencia del premier escocés— por la salida trasera.
Pro-Palestinian protesters surround car as convoy carrying Prime Minister Sir Keir Starmer during trip to Edinburgh https://t.co/bckqtpGLdj pic.twitter.com/sHYY7OHGQi
— Daily Mail Online (@MailOnline) July 7, 2024
El apoyo del Reino Unido al genocidio israelí en Gaza —que ha dejado hasta ahora más de 38 100 palestinos muertos— les costó muy caro a los dos principales partidos del país europeo —el Partido Conservador y el Partido Laborista— en los comicios del 4 de julio.
El Partido Conservador británico, conocido como ‘Tory’, que brindó un apoyo inquebrantable al régimen sionista durante la guerra en curso, perdió el poder tras catorce años por no retroceder en su respaldo a Israel.
Los laboristas, a su vez, a pesar de una victoria aplastante en las elecciones, perdieron un gran número de votos y varios diputados frente a candidatos independientes pro palestinos en varios escaños con grandes poblaciones musulmanas.
Antes de partir de Downing Street hacia Escocia, Starmer mantuvo conversaciones con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y el presidente palestino, Mahmud Abás, para expresar que su Ejecutivo apoya el reconocimiento del Estado de Palestina y trabajaría en una solución de dos Estados para resolver la crisis palestino-israelí de larga data.
En su llamada con Netanyahu, el premier británico expuso la “necesidad clara y urgente de un alto el fuego, el regreso de los rehenes [israelíes en poder de la Resistencia palestina] y un aumento inmediato del volumen de “la ayuda humanitaria llega a los civiles”.
El Reino Unido ha sido siempre un aliado tradicional de Israel. Según el Observatorio de Derechos Humanos (HRW, por sus siglas en inglés), Londres suministra al régimen de Tel Aviv misiles, tanques, tecnología, armas pequeñas y municiones, así como aproximadamente el 15 por ciento de los componentes del caza F-35 que se utiliza actualmente para bombardear Gaza.
Queda por ver cómo respondería el Gobierno laborista a las demandas del público y destacadas figuras políticas y judiciales británicos para detener la venta de armas a la entidad sionista y qué pasos prácticos daría para detener la guerra genocida israelí en Gaza.
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