El Reino Unido consigue el apoyo de EE.UU., Canadá, Francia y Alemania en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (CSNU) tras las acusaciones en contra de Rusia en relación a las últimas revelaciones aportadas por los británicos en el caso de los Skripal y el uso del agente nervioso Novichok.
En su declaración, la embajadora británica ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Karen Pierce, acusó a Rusia de no cumplir con las restricciones internacionales sobre el uso de armas químicas, mientras que el representante ruso, Vasili Nebenzia, inculpó al Reino Unido de “rusofóbia” y lamentó que los británicos estén mintiendo a la comunidad internacional.
Los últimos datos aportados por la inteligencia británica y anunciados por la primera ministra del Reino Unido, Theresa May, en el Parlamento señalan a Alexander Petrov y Ruslan Boshirov, supuestos ciudadanos rusos, como autores del envenenamiento de Serguéi Skripal y su hija Yulia el pasado mes de marzo y a la pareja británica Charlie Rowley y Dawn Sturgess, única víctima mortal, el mes de junio.
Las declaraciones de la primera ministra en la Cámara de los Comunes apuntan a un acto profesional del servicio secreto ruso, señalando directamente a las más altas esferas del Kremlin.
Sin embargo, aquellos que permanecen escépticos ante la avalancha de supuestas evidencias, mantienen que esta línea de argumentación carece de rigor y beneficia en enorme medida a la política de exteriores de Downing Street.
En el terreno diplomático, el Reino Unido expulsó a más de 20 diplomáticos rusos y consiguió que una veintena de países expulsaran a más diplomáticos. Por parte de la Unión Europea (UE) y EE.UU. se impusieron sanciones a Rusia por el supuesto uso de armas químicas. Moscú niega los hechos y pide pruebas.
Ian Díez, Londres.
xsh/alg