Sudán vive una situación ambigua después de que el Ejército derrocara al presidente Omar al-Bashir. Los servicios de inteligencia sudaneses afirman que los disturbios fueron organizados por el régimen Israel y ciertos Estados occidentales, encabezados por EE.UU.
Varios expertos en política internacional aseguran, asimismo, que algunos países árabes, como Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos (EAU), también están implicados en la actual crisis de Sudán, en especial después de que el presidente Al-Bashir viajó a Damasco para reunirse con su par sirio, Bashar al-Asad.
En Libia, pocos días después de que el Ejército Nacional Libio (ENL), encabezado por el general Haftar, lanzara una ofensiva militar contra el Gobierno de Acuerdo Nacional (GAN), el diario estadounidense The Wall Street Journal reveló que Arabia Saudí había ofrecido decenas de millones de dólares para respaldar dicha operación.
Por otra parte, las protestas en Argelia llevaron a la dimisión del presidente Abdelaziz Buteflika, pero los argelinos aún no se han calmado y demandan un cambio de sistema político. En este caso también se advierte la intervención extranjera.
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