La Cancillería de Rusia incluyó en su lista negra a 313 canadienses, incluido el primer ministro Justin Trudeau, su ministra de Relaciones Exteriores, Melanie Joly, y de Defensa, Anita Anand, y más de 300 legisladores en un movimiento recíproco.
De hecho, mediante un comunicado emitido el martes, la Cancillería rusa aseguró que la medida respondía a las sanciones impuestas por el Gobierno “rusofóbico” de Canadá en su contra.
“Cada escoria rusofóbica, ya sea ataques a las misiones diplomáticas rusas, el cierre del espacio aéreo o la ruptura de facto de los lazos económicos bilaterales por parte de Ottawa, [...] inevitablemente recibirá un rechazo decisivo y no necesariamente simétrico”, se lee en la nota.
El Gobierno ruso, presidido por Vladímir Putin, anunció el 7 de marzo una lista de Estados y territorios extranjeros que cometen acciones hostiles contra el país euroasiático, sus funcionarios, empresas y ciudadanos, en la que figura Canadá, junto a EE.UU. y con miembros de la Unión Europea (UE), por las sanciones que han impuesto a Moscú por su operación militar en Ucrania lanzada el 24 de febrero.
Efectivamente, junto con otros países occidentales, Canadá ha impuesto sanciones al presidente ruso, sus aliados políticos cercanos y los principales líderes gubernamentales.
El Occidente, con Estrados Unidos a la cabeza, están tratando de desconectar las instituciones financieras rusas de la economía global mientras restringen las exportaciones de Rusia e imponen aranceles elevados a sus importaciones.
Moscú también anunció el martes sanciones contra el presidente estadounidense, Joe Biden, y su Administración, incluido el secretario de Estado, Antony Blinken.
Rusia ha restado eficacia a las sanciones financieras y comerciales occidentales contra funcionarios rusos, incluidos Putin y el canciller Serguéi Lavrov, y ha rechazado el supuesto colapso de su economía por dicho enfoque hostil.
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