En una carta remitida a los arzobispos estadounidenses, el sumo pontífice denunció el martes el programa de deportaciones de los migrantes irregulares y lo describió como una “importante crisis” que se está registrando en Estados Unidos.
Llamó a los obispos a “no ceder ante las narrativas que discriminan y hacen sufrir innecesariamente a migrantes y refugiados”, advirtiendo de que esta política “terminará mal”.
Tras apoyar el derecho de los países a defenderse y proteger a su pueblo, el papa subrayó que la mayoría de los migrantes han abandonado su patria por motivos de pobreza extrema, de inseguridad, de explotación, de persecución o por el grave deterioro del medio ambiente.
Recalcó que las deportaciones “lastiman la dignidad” de los migrantes y “los coloca en un estado de especial vulnerabilidad e indefensión”.
Desde que asumió el cargo por segunda ocasión, el mandatario estadounidense ha recrudecido la aplicación de políticas migratorias para frenar la emigración irregular y firmó una serie de órdenes ejecutivas con las que busca expulsar a miles de migrantes que se encuentran viviendo en EE.UU., en el marco de su promesa de campaña de realizar la “deportación más grande de la historia de los Estados Unidos”.
Para ello, ha anunciado la reactivación del centro de detención en la Base Naval de Guantánamo, territorio cubano ilegalmente ocupado por el Gobierno estadounidense desde 1903. Además, ha firmado acuerdos con países como El Salvador y Guatemala para recibir en sus cárceles a migrantes deportados.
En las últimas semanas, más de 8000 migrantes han sido detenidos.
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