En una carta, dirigida el 10 de diciembre a los líderes del Congreso y obtenida por el portal local The Hill, el Departamento de Estado de EE.UU. informó que cerraría, de manera permanente, y detendría temporalmente el trabajo, respectivamente de los consulados del país en las ciudades rusas de Vladivostok y Ekaterimburgo.
Esta medida “responde a los desafíos del personal en curso de la misión de Estados Unidos en Rusia a raíz del límite de personal impuesto por Rusia en 2017 a la misión de Estados Unidos y el estancamiento resultante con Rusia sobre visas diplomáticas”, precisa la misiva.
De hecho, Rusia ordenó en julio de 2017 disminuir el número de diplomáticos de Estados Unidos en Moscú y sus consulados, además de prohibirles el uso de un complejo de descanso y unos almacenes.
Moscú respondió así a una ley de sanciones en su contra aprobada, por una amplísima mayoría, por el Congreso estadounidense.
La notificación de la Administración Trump al Congreso llegó tres días antes de la publicación de noticias sobre una importante intrusión informática en el Gobierno de EE.UU., que algunos medios adjudicaron a hackers supuestamente relacionados a Moscú.
Con el cierre de los últimos dos consulados estadounidenses en Rusia, la embajada del país norteamericano en Moscú sería la única instalación diplomática de Washington en el país euroasiático.
La reducción de la presencia diplomática de Estados Unidos en Rusia tiene lugar a medida que siguen escalando las tiranteces entre ambos países, una situación que, según especulaciones, se podría agravar con la próxima Administración del presidente electo estadounidense, Joe Biden, quien ha amenazado con adoptar un tono más duro con Moscú, alegando la supuesta interferencia electoral de Rusia y la crisis de Ucrania, entre otras áreas de controversia.
Al mismo respecto, la Cancillería rusa ha afirmado esta semana que el Kremlin no anticipa cambios positivos en sus relaciones con EE.UU. tras la llegada de Biden a la Casa Blanca.
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