En una reciente entrevista con la cadena estadounidense CNN, el geopolitólogo Joseph Nye asegura que, en el supuesto caso de que el secretario de Estado de EE.UU., Mike Pompeo, fuese asesinado durante una visita en Irak, Washington no podría llevarse las manos a la cabeza y menos reclamar por carecer de condición moral.
Esto, prosigue el experto, debido a que los estadounidenses fueron los primeros en haber ejecutado una operación selectiva que acabó con la vida del comandante de la Fuerza Quds del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI) de Irán, el teniente general Qasem Soleimani, cuando estaba el 3 de enero en Bagdad, la capital de Irak, donde ni siquiera existía una situación de guerra.
Soleimani fue asesinado, junto al subcomandante de las Unidades de Movilización Popular de Irak (Al-Hashad Al-Shabi, en árabe), Abu Mahdi al-Muhandis, y varios otros compañeros, en un ataque aéreo de EE.UU. contra los vehículos en los que viajaban cerca del Aeropuerto Internacional de Bagdad.
El Departamento de Defensa de EE.UU. (el Pentágono) horas después de la matanza confirmó que el mandatario estadounidense, Donald Trump, había emitido la orden mortal con el objetivo, según alegó el propio Trump, de “disuadir a Irán” y proteger los intereses de EE.UU. en el oeste de Asia. Además, Pompeo llegó a reconocer su implicación en el asesinato del destacado militar y sus compañeros.
En este contexto, el conductor del espacio televisivo, el periodista Fareed Zakaria preguntó a su invitado si creía que la medida de Trump supondría la ruptura de las normativas de la política exterior.
A lo que el analista contestó: “Usted (Trump) al mandar asesinar a un alto rango de otro país en un tercer país mientras no estaban en guerra con ellos, en realidad, has cancelado la orden ejecutiva que el expresidente de EE.UU. Gerald Ford firmó al finalizar la guerra de Vietnam, la cual declaraba que ‘nosotros los estadounidenses no participaríamos más en operaciones para asesinar a otros’”.
Enseguida, Nye remarcó la idea asegurando que, como los estadounidenses fueron los primeros en disparar contra Soleimani, estos no tendrían ningún derecho para protestar en caso de que Pompeo fuera asesinado en Irak en algún viaje futuro.
Unos días después del asesinato de Soleimani, la División Aeroespacial del CGRI lanzó un ataque aéreo con misiles tierra-tierra contra la base aérea Ain Al-Asad, ubicada en la provincia occidental iraquí de Al-Anbar y ocupada por las tropas norteamericanas desde la invasión de Irak en 2003, y otra en Erbil, capital de la región del Kurdistán iraquí, provocando importantes lesiones cerebrales entre los uniformados norteamericanos, una situación embarazosa que Trump se niega a reconocer.
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