Este sábado, el ministro de Asuntos Exteriores de los Países Bajos, Stef Blok, de visita oficial en Teherán, capital iraní, ha sostenido dos reuniones con Zarif, en las que han abordado diferentes temas internacionales y de interés mutuo.
En la primera ronda de sus reuniones, ambos titulares han acordado la necesidad de consolidar los vínculos y las cooperaciones bilaterales.
Y en la segunda ronda, Zarif y Blok ha abordado el tema del acuerdo nuclear de 2015, conocido oficialmente como el Plan Integral de Acción Conjunta (PIAC o JCPOA, por sus siglas en inglés), el mecanismo financiero Instex —lanzado por los europeos para realizar intercambios no monetarios con Teherán y sortear las sanciones de EE.UU.—, los últimos sucesos en Irak, Yemen, Siria y Afganistán, y también el asesinato del teniente general iraní, Qasem Soleimani, en un atentado terrorista de EE.UU. en Irak.
El pasado miércoles, el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores iraní, Seyed Abás Mousavi, adelantó que los ministros de Exteriores de los Países Bajos y Austria visitarían Teherán para conversar sobre los lazos bilaterales y asuntos internacionales y regionales, principalmente el destino del acuerdo nuclear y la paz en la región de Asia Occidental.
El máximo diplomático holandés tiene previsto entrevistarse también con el presidente iraní, Hasan Rohani. Blok viajará posteriormente a Arabia Saudí y a los Emiratos Árabes Unidos (EAU) para plantear la actual tensión en Asia Occidental.
El PIAC, rubricado en 2015 entre Irán y el Grupo 5+1 (entonces integrado por EE.UU., el Reino Unido, Francia, Rusia y China, más Alemania) corre el peligro de convertirse en papel mojado desde que el presidente de EE.UU., Donald Trump, lo abandonó en mayo de 2018 y reimpuso las sanciones al país persa.
La República Islámica esperó un año, fiándose de las promesas de la parte europea, pero, al ver que el resto de firmantes no conseguía contrarrestar las medidas coercitivas de EE.UU. y que no se estaba beneficiando del acuerdo, comenzó a recortar gradualmente sus compromisos. De hecho, acusa a los firmantes europeos de pasividad y de seguir los dictados de la Casa Blanca.
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