Con un total de 12 años al frente del régimen israelí, Benjamín Netanyahu, de 71 años, dejó el poder a manos de Naftali Bennett, pero hasta el momento no ha entregado la residencia oficial, destinada al primer ministro.
Además, Netanyahu, como si estuviera en el cargo, utilizó las instalaciones de dicha residencia para recibir a otros funcionarios israelíes, así como a diplomáticos de varios países extranjeros. De hecho, el expremier israelí recibió el lunes a la exembajadora de EE.UU. ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Nikki Haley.
Aunque las leyes del régimen israelí no obligan al primer ministro a ceder las instalaciones a su sucesor en caso de que abandone el cargo, tradicionalmente, los ex primeros ministros solían abandonar el lugar una vez terminado sus cargos.
La negativa de Netanyahu ha llevado a varios miembros del parlamento del régimen israelí a pedirle que se vaya rápidamente. Un grupo de oposición también ha solicitado a la corte suprema del Israel que obligue a Netanyahu a entregar la residencia lo antes posible.
El pasado domingo, con los votos de 60 de los 119 parlamentarios presentes en el parlamento israelí se puso fin al mandato de Netanyahu sobre quien pende una serie de acusaciones relacionadas con casos de corrupción, como recibir obsequios de amigos multimillonarios e intercambios de favores con magnates de los medios de comunicación por una cobertura más favorable de su persona y su familia.
Bennett ocupará el cargo hasta septiembre de 2023, cuando le pasará la posta a Lapid —jefe del partido Yesh Atid—, quien liderará por otros dos años.
Mientras tanto, Netanyahu ha acusado a su sucesor de cometer el “fraude del siglo” al utilizar los votos de su electorado de derecha para liderar una coalición ideológicamente diversa, y ha prometido liderar la oposición para volver a poder.
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