Hareth Nayem, iraquí de 16 años y huérfano, huyó del último enclave del grupo terrorista EIIL (Daesh, en árabe), herido y solo. A bordo de un camión de ganado, junto a otros niños, llegó en un punto de tránsito del desierto en manos de las fuerzas sirias. Dijo que su familia había muerto hacía dos años en los combates en una región cerca de la frontera siria. Con lágrimas en los ojos, recuerda a sus padres, sus dos hermanos y una hermana.
Hareth es uno de los 20 niños que cruzaron la línea del frente por su cuenta esta semana. Han sido evacuados de la localidad de Al-Baghuz, el último bastión de Daesh, a punto de ser derrotado por las fuerzas sirias respaldadas por EE.UU. Algunos de esos niños son extranjeros cuyos padres los llevaron a educarse bajo la doctrina de Daesh. Otros son miembros de la minoría Yazidi, que fueron esclavizados por los terroristas. Hareth dice que su familia no tenía vínculos con el grupo extremista.
Estos niños no tienen a nadie. Necesitan quien cuide de ellos y les apoye para recuperar su salud mental. Algunos han pasado hambre durante mucho tiempo. Las fuerzas sirias planean entregarlos a las entidades que proveen ayuda humanitaria infantil.
Las FDS lanzaron un doble asalto contra el último reducto de Daesh en la noche del viernes.
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