Como los demás el nuevo coronavirus que causa la enfermedad de COVID-19, se caracteriza por tener proteínas en forma de lanza a su alrededor, formando una corona. Estos componentes le sirven para adherirse a las células de los seres en los que ingresa. Sin embargo, para lograr su objetivo deben librarse de las células del sistema inmune, que detecta y ataca a los ‘intrusos’.
El modelo reveló que las lanzas del coronavirus están recubiertas de glicanos, azúcares que también se encuentran de forma natural en la superficie de las células. De esta manera, los glicanos funcionan como un disfraz, camuflándose como parte del organismo y engañando a las defensas del individuo infectado.
“Al cubrirse de azúcares, los virus son como un lobo con piel de cordero”, afirma el profesor Max Crispin, que lideró la investigación publicada el miércoles en bioRxiv.
Pero el estudio detectó aspectos positivos. “A pesar de la cantidad de azúcares, este coronavirus no está tan protegido como otros”, señaló el investigador. Por tanto, si bien el virus engaña al cuerpo humano, no es tan difícil de combatir como en el caso del VIH.
“Virus como el VIH, que se quedan en un solo huésped, tienen que evadir el sistema inmunológico constantemente y tienen una capa realmente densa de glicanos como escudo”, explicó Crispin.
“Pero en el caso del coronavirus, el menor blindaje por azúcares adheridos puede reflejar que se trata de un virus que atropella y huye, para moverse de una persona a otra”, apostilló.
Este modelo recreó el comportamiento del virus gracias a un equipamiento de alta tecnología. Los hallazgos del estudio proporcionan información “crucial y alentadora” en la búsqueda de una vacuna efectiva contra el coronavirus.
“La menor densidad de glicanos (en este coronavirus) significa que hay menos obstáculos para que el sistema inmunológico neutralice el virus con anticuerpos. Así que este es un mensaje muy alentador para el desarrollo de la vacuna”, finalizó el autor principal del estudio.
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