En un comunicado respondiendo a preguntas de la agencia de noticias local The Associated Press, la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) de EE.UU. reconoce por primera vez su papel en el acto “antidemocrático” que derrocó al primer ministro democráticamente electo de Irán Mohamad Mosadeq y consolidó la monarquía dictatorial de Mohamad Reza Pahlavi en el país persa.
Otros funcionarios estadounidenses han hecho comentarios similares en el pasado, pero el reconocimiento de la CIA en un podcast llamado “The Langley Files” sobre la historia de la agencia se produce cuando gran parte de su historia oficial del golpe de Estado sigue clasificada 70 años después del evento. Eso complica la comprensión del público de un evento que todavía resuena, según el informe.
En su comunicado, el ente ha indicado que, para ser abierto con el público se quería “contar esta increíble historia, pero era importante ser transparentes sobre el contexto histórico que rodearon los eventos y el papel de la CIA en ellos”.
En respuesta a preguntas de la AP, la misión permanente de Irán ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) describió el golpe de 1953 como “el inicio de una incesante intromisión estadounidense en los asuntos internos de Irán” y restó importancia a la confesión.
“La admisión de Estados Unidos nunca se tradujo en una acción compensatoria o en un compromiso genuino de abstenerse de futuras interferencias, ni cambió su política subversiva hacia la República Islámica de Irán”, apostilló la misión en un comunicado.
Respecto a la participación de la CIA en dicho golpe en Irán, en el año 2000 la entonces secretaria de Estado de Estados Unidos, Madeleine Albright, reconoció el “papel significativo” de Estados Unidos en el golpe de Estado de 1953. El expresidente estadounidense Barack Obama, hablando en El Cairo en 2009, describió el trabajo de la CIA como conducente al “derrocamiento de un gobierno iraní elegido democráticamente”.
El golpe de Estado ocurrido el 19 de agosto de 1953 fue un plan conjunto del Reino Unido y EE.UU. para sacar del poder a Mosadeq, una figura muy popular en Irán, pero muy odiada en Occidente, sobre todo, en Londres, debido a su histórica decisión de nacionalizar la industria petrolera iraní.
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