Marchando bajo el lema “Los traeremos de vuelta”, las familias y representantes de los aproximadamente 240 retenidos han partido de la rebautizada plaza de los rehenes de Tel Aviv este martes por la tarde y pretenden llegar al anochecer a su primera parada en Beer Yaakov, localidad a 17,5 km al sureste de Tel Aviv.
La marcha llegará a la ciudad ocupada de Al-Quds (Jerusalén) el sábado y culminará el próximo domingo con una protesta frente a la residencia del primer ministro, Benjamín Netanyahu, por la falta de respuesta tanto de él mismo como de su gabinete de guerra, y exigir la liberación inmediata de todos los retenidos.
Los israelíes culpan a Netanyahu por los fallos de seguridad que permitieron al Movimiento de Resistencia Islámica Palestina (HAMAS) ejecutar con éxito su operación sorpresa Tormenta de Al-Aqsa, en la que, el 7 de octubre, cientos de combatientes palestinos irrumpieron en asentamientos y otras áreas israelíes en el sur de los territorios ocupados.
Más de 1400 israelíes murieron durante la operación de múltiples frentes de los combatientes palestinos, quienes además retuvieron al menos a 240 israelíes.
Según una reciente encuesta, más de tres cuartas partes de los israelíes exigen la dimisión de Netanyahu, lo que puso de relieve la creciente furia de la opinión pública israelí contra sus dirigentes políticos y de seguridad.
Hasta el momento, Netanyahu se ha negado a asumir la responsabilidad por el fracaso del 7 de octubre, y el domingo reiteró a la cadena estadounidense CNN que tales cuestiones deberían posponerse hasta una investigación posterior a la guerra que ha emprendido Israel contra los civiles en Gaza, en venganza ante la operación palestina.
En reacción a las declaraciones de Netanyahu, el líder de la oposición, Yair Lapid, volvió a condenar los intentos del primer ministro israelí de “desviar la responsabilidad de sí mismo”.
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