La autorización, estipulada por nueva regulación del Gabinete de Ministros ucraniano, fue comunicada ayer jueves por la noche por el servicio de prensa de la Administración del presidente Petro Poroshenko.
"Las fuerzas de servicio están autorizadas a emplear armas y equipo militar después de un disparo de advertencia de los cañones de los aviones y helicópteros interceptores”, establece el texto del decreto estatal correspondiente.
Las fuerzas de servicio están autorizadas a emplear armas y equipo militar después de un disparo de advertencia de los cañones de los aviones y helicópteros interceptores”, afirmó el texto del decreto estatal publicado en el sitio Web gubernamental.
La medida busca, según las explicaciones oficiales, evitar violaciones de la frontera estatal del país europeo por parte de aeronaves de las Fuerzas Armadas de otros países que hagan caso omiso a las señales de los aviones interceptores ucranianos.
Igualmente, la autorización dará medios a Kiev para acabar con las acciones ilegales de aviones que se utilicen para llevar a cabo actos de terrorismo en el espacio aéreo ucraniano, de acuerdo con el documento publicado.
La orden de derribo podrá ser emitida por el ministro de Defensa, el jefe del Estado Mayor, el comandante de las Fuerzas Aéreas o quienes cumplan esas funciones de manera temporal. El decreto persigue adaptar las Fuerzas Armadas ucranianas a las realidades y retos actuales, según el Estado Mayor del Ejército.
Esta nueva medida de Kiev se produce en momentos en que se han intensificado las tensiones con Moscú, luego de que Ucrania realizara este mes de diciembre un ensayo misilístico cerca de la península de Crimea y de que, en respuesta, Moscú enviara buques al mar Negro.
Ante las tensiones con Rusia, Poroshenko ha adoptado una política de acercamiento a EE.UU. y la Unión Europea (UE), que apoyan la mejora de su sistema militar.
Todo eso empezó luego de que la península de Crimea eligiera en 2014, mediante referéndum, independizarse de Ucrania e incorporarse a la Federación Rusa, aunque Kiev se negó a reconocer los resultados del referendo y empezó a tomar medidas contra Moscú.
Desde abril de 2014, las regiones orientales de Ucrania —sobre todo, Lugansk y Donetsk— son escenario de conflictos entre tropas de Kiev e independentistas. La crisis se ha cobrado la vida de unas 8000 personas, además de dejar 1,3 millones de desplazados internos.
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