Los migrantes que llegan ilegalmente al Reino Unido en pequeñas embarcaciones corren el riesgo de ser enviados a Ruanda. Es parte del sistema británico de asilo pos-Brexit, que presentó el primer ministro Boris Johnson. La medida fue severamente criticada por la oposición y por organismos de derechos humanos por ser “poco compasiva”.
El año pasado, el Reino Unido vio entrar a sus tierras a 28 000 migrantes ilegales a través del canal de la Mancha. Unas cifras que han ido de aumento con la salida de Londres de la Unión Europea (UE). El Gobierno de Johnson encontró la solución a esta crisis migratoria a unos 6500 kilómetros de su frontera. Precisamente, en Ruanda, un país en el este del continente africano que por un acuerdo que se firmó este jueves, recibirá a los migrantes irregulares que llegan a las costas británicas.
Johnson, que presentaba el plan desde Londres, aseguraba que el objetivo de la iniciativa es luchar el contrabando de migrantes, salvar la vida de los solicitantes de asilo y, por supuesto, bajar los costes.
La nueva medida ya ha recibido críticas por parte de los partidos de la oposición que la tachan de “impracticable, poco ético, e ineficaz”. Además, la rechazan los organismos humanitarios como Amnistía Internacional (AI) y las Naciones Unidas por ser poco compasivo.
El plan, aún tiene que ser aprobado por el Parlamento. Si logra la luz verde, el Reino Unido estará enviando a migrantes a un país que en julio pasado criticó por no haber aceptado “llevar a cabo investigaciones transparentes, creíbles e independientes sobre las denuncias de violaciones de los derechos humanos, incluidas las muertes bajo custodia y la tortura”.
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