La necesidad de mantener relaciones comerciales tras el brexit empuja a Londres a ser más permisivos con los regímenes autoritarios como el de Riad, a cambio de sus importaciones multimillonarias.
Reino Unido pone en orden sus prioridades, y su relación con Arabia Saudí y el resto de Estados del Golfo Pérsico están entre las primeras. Una conclusión que se extrae tras contradecir primero, y hacer rectificar segundo, a su propio ministro de Exteriores, Boris Johnson, cuando afirmó que Arabia Saudí hacía de titiriteros en los conflictos en Oriente Medio. Este discurso lo cambió apenas tres días más tardes bajo presión de su propio Gobierno, y en presencia de los saudíes.
Arabia Saudí consigue silenciar las críticas británicas sobre la violación de derechos humanos en Yemen, país que sufre una agresión militar liderada por el régimen de Riad. Con apenas un breve comentario sobre el tema, Johnson reafirma la amistad con Arabia Saudí al tiempo que acusa a Irán de terrorismo y de politizar los conflictos en Oriente Medio.
Reino Unido vende armamento por valor de miles de millones de dólares anuales a los países del Golfo. Solamente a Arabia Saudí, los británicos han vendido más de 4000 millones de dólares, durante los primeros doce meses del conflicto en Yemen. A pesar de llamadas variadas a suspender la venta de armas, la incertidumbre tras el brexit ha motivado dos visitas a la zona en una semana, por parte de la primera ministra, Theresa May, y del canciller.
El comité parlamentario para la venta de armas, ha concluido en dos ocasiones que Reino Unido debería dejar de vender armamento a Arabia Saudí por su continua violación de derechos humanos. Además de ignorar esto, el Gobierno británico se plantea ahora eliminar esta comisión, que cuenta con 15 años de experiencia.
Ian Diez, Londres.
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