Cuando dos criminales se reúnen, las lecciones pueden ser invaluables. “América Primero”: Este fue el slogan de Donald Trump hasta hace poco. Sin embargo, durante los últimos días, pareciera que más bien se trata de “Israel Primero”. Así el polémico presidente se encontró una y otra vez con el genocida, Benjamín Netanyahu.
Como si se tratara de dos grandes amigos, Trump y Netanyahu cierran una semana de “tour” en Washington. La prensa corporativa celebra las relaciones bilaterales, pero en realidad lo que ocurre en estos encuentros es que ponen a Gaza en venta; atropellan a toda una nación y planean la continuidad del exterminio.
La reciente visita de Netanyahu a Washington revela los estratos de la intromisión del sionismo en las esferas más altas del poder político, económico, militar, corporativo estadounidense. De ahí que el genocidio en Gaza se convierte en una representación de este instrumento del régimen de apartheid y su colaboración con el imperio hegemónico.
En este marco, los tentáculos del sionismo internacional se extienden -desde las sucursales del lobby sionista- hacia todas las esferas de la vida pública y privada. Es más, Trump le debe buena parte de su fortuna y poder crediticio a la banca sionista.
Desde el pasado octubre las calles de la capital estadounidense y el resto del país son escenario de manifestaciones de solidaridad con Palestina. Aunque prevalece la condena internacional, así como la tregua en Gaza, tanto la previa administración, así como el actual ocupante de la Casa Blanca insisten en mantener las cooperaciones con el régimen de Tel Aviv.
Marcelo Ali Sánchez, Washington.
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