• Sam Dotson, jefe de la Policía de San Luis, sita en el estado de Misuri (medio oeste de EEUU)
Publicada: viernes, 21 de agosto de 2015 8:43

El jefe de la Policía de San Luis, en el estado de Misuri (medio oeste de EE.UU.) defendió la conducta agresiva de sus agentes que mataron a un afroamericano.

“La Policía se desplegaba en la zona, realizando su trabajo”, alegó Sam Dotson en defensa de dos agentes que mataron el miércoles a Mansur Ball-Bey, un afroamericano de 18 años, mientras registraban una vivienda donde estaban convencidos de que había sospechosos.

La Policía se desplegaba en la zona, realizando su trabajo”, justificó Sam Dotson, jefe de la Policía de San Luis

Según la versión policial, Ball-Bey y otro afroamericano intentaban huir por la puerta trasera de la casa, cuando el fallecido sospechoso tras recibir la orden de pararse para ser arrestado, apuntó con una pistola a los agentes. Los policías lo mataron con cuatro disparos. Los manifestantes, no obstante cuestionan esa versión.

Dotson consideró irónica la postura de los lugareños que, por un lado, exigen la presencia policial y, por otro, se oponen a la actuación de los agentes.

El jefe policial también justificó las técnicas que utilizaron los agentes para dispersar a cientos de personas que salieron a denunciar la brutalidad policial .  

La muerte de Ball-Bey coincidió con una marcha realizada para conmemorar el primer aniversario del asesinato del afroamericano Kajieme Powell, de 25 años, otra víctima de la brutalidad policial.

Según el titular policial, los agentes policiales actuaron correctamente, alegando que la multitud además de negarse a evacuar las calles, empezaron a atacar con ladrillos y botellas a los uniformados.

No obstante, prosiguió, “Yo que nuestros efectivos me concentraría más en (lo que ocurre) en la zona, previniendo la violencia antes de que ocurra”.

EE.UU. es epicentro de las protestas antirracistas durante los últimos meses por el uso indiscriminado de la fuerza policial contra ciudadanos afroamericanos en todo el país que ha resultado en varios muertos.

Marchan en la ciudad estadounidense de Fort Worth, en el estado sureño de Texas contra la violencia policial, 17 de agosto de 2015.

 

El 17 de agosto, los manifestantes, entre ellos grupos de activistas de derechos humanos y familiares del afroamericano Christian Taylo, baleado el 7 de agosto por un agente de la policía de Texas, salieron a las calles y marcharon hasta el palacio de justicia del condado de Tarrant (en el estado sureño de Texas) en apoyo a los ciudadanos negros, víctimas de disparos y respuestas violentas de la policía.

El afroamericano Christian Taylor y el policía Brad Miller.

 

La muerte de Taylor se produjo dos días antes del aniversario del asesinato de otro conocido afroamericano desarmado Michael Brown, de 18 años, en la ciudad estadounidense de Ferguson (Misuri).

La postura antirracista de los policías blancos de EE.UU. ante los hombres y las mujeres afroamericanos no es un fenómeno raro.

Michael Brown (9 de agosto de 2014), Eric Garner (17 de julio de 2014), Dontre Hamilton (30 de abril de 2014), Thaddeus McCarroll (18 de abril de 2015), Freddie Gray (19 de abril de 2015), son algunos de los muchos casos de muertes por estas causas de violencia de las fuerzas de seguridad norteamericanas contra las minorías raciales.

El pasado septiembre, el presidente de EE.UU., Barack Obama, reconoció el amplio racismo de las autoridades policiales y el sistema de justicia del país, admitiendo que la “lucha contra la discriminación racial aún no ha terminado”.

Diferentes entidades internacionales, sobre todo la Organización de las Naciones Unidas (ONU), han instado en reiteradas ocasiones a las autoridades norteamericanas a no recurrir a la fuerza policial excesiva en las protestas.

Respecto a la brutalidad policial en EE.UU., el diario estadounidense Washington Post ha informado que al menos 601 personas han muerto a manos de policías durante los primeros ocho meses en lo que del año.

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