Según los vídeos difundidos el sábado en las redes sociales, la Policía de Estados Unidos usó granadas aturdidoras para dispersar a una multitud de manifestantes pacíficos y miembros de la prensa que se había reunido en la ciudad de Seattle (noreste) para denunciar la violencia racial y la brutalidad policial que llevaron a la muerte de George Floyd.
Asimismo, los manifestantes informaron de que agentes policiales usaron otros tipos de granadas, gases lacrimógenos y aerosoles de pimienta. Esto, pese a que la jefa de la Policía de Seattle, Carmen Best, anunció que la ciudad suspendería el uso de gases lacrimógenos contra los manifestantes durante 30 días.
Hasta el momento, varias organizaciones han denunciado el uso excesivo de la fuerza por la Policía durante las protestas, y urgen al presidente de EE.UU., Donald Trump, a mostrar moderación con los manifestantes, y dejar de incitar al racismo.
Las protestas comenzaron 25 de mayo en la ciudad de Mineápolis (Minesota), donde fue asesinado Floyd a manos de un policía blanco y se extendieron por todo el país.
La brutalidad de la Policía de EE.UU. ha suscitado críticas de diversas organizaciones de derechos civiles, que consideran estos actos propios de un sistema inherentemente racista y que se ha exacerbado en los últimos años.
Diferentes expertos en asuntos internacionales aseguran que la violencia racista de la Policía de Estados Unidos es algo que pasa cada cierto tiempo mientras que el Gobierno siempre usa la fuerza para sofocar las protestas. Además, indican que el aumento de la violencia racial en este país también ha sido motivado por las políticas xenófobas de Trump.
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