15 de enero de 2007, Ecuador entra en una nueva era política con la llegada de Rafael Correa y la Revolución Ciudadana el poder.
El nuevo presidente se une al bloque bolivariano e instala un inusual paradigma de soberanía en sus discursos y en su gestión.
Una de las primeras e inéditas medidas fue decretar una auditoría de la deuda externa. El estudio arrojó irregularidades de distinta índole y un acuerdo posterior con los acreedores redujo drásticamente esta pesada carga.
Ecuador ingresa en un círculo virtuoso, por primera vez el país destina más recursos a la inversión pública que al pago de la deuda externa.
La Revolución ciudadana enfrenta varios embates de la derecha, el más fuerte es el intento de golpe de estado policial en septiembre de 2010, pero la gestión se sostiene con una alta aprobación durante 10 años. Lenín Moreno es elegido para continuar el proceso pero cambia la orientación del gobierno y se somete a los intereses de Washington. Correa es perseguido y se exilia en Bélgica hasta la actualidad.
Son años en los que Ecuador pasa de ser uno de los países más seguros de la región a convertirse en un territorio muy peligroso para sus ciudadanos, la tasa de homicidios se multiplica por 7.
En ese contexto la candidata correista Luisa González pugna por llegar a la presidencia.
Y los seguidores de la Revolución Ciudadana qué es lo que más añoran de los 10 años gobernados por Rafael Correa.
Como ocurre con los grandes líderes populares, Rafael Correa es tan amado por unos como odiados por otros, fuera de cualquier polémica parecería insensato negar su aporte cuestionador al orden hegemónico global y su apasionada defensa por los intereses nacionales.
Andrés Sal.lari, Quito
ffa
