“Desde nuestro punto de vista, las operaciones militares de represalia de las fuerzas yemeníes contra objetivos de Arabia Saudí son medidas puramente defensivas”, ha dicho este lunes el portavoz de la Cancillería de Irán, Seyed Abás Musavi.
Sus declaraciones se producen cuando las fuerzas terrestres de Yemen, respaldadas por el movimiento popular Ansarolá, llevan cuatro días inmersas en una operación a gran escala, denominada ‘Victoria de Dios’, en la región de Najran, en el sur de Arabia Saudí, y que ha posibilitado la captura de más de “1000 soldados enemigos”, entre otros.
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La República Islámica, según Musavi, apoya y seguirá apoyando incondicionalmente al legítimo Gobierno yemení frente a las constantes agresiones perpetradas por la coalición saudí y sus aliados, que desde hace cuatro años matan a la población con sus bombardeos indiscriminados y destruyen su país. “Irán siempre ha brindado su apoyo espiritual y político a los yemeníes”, recuerda.
Desde nuestro punto de vista, las operaciones militares de represalia de las fuerzas yemeníes contra objetivos de Arabia Saudí son medidas puramente defensivas”, dice el portavoz de la Cancillería de Irán, Seyed Abás Musavi.
Sobre las acusaciones vertidas por el príncipe heredero del reino árabe, Muhamad bin Salman, contra Irán sobre su presunta responsabilidad en los ataques lanzados el pasado 14 de septiembre contra las instalaciones de la petrolera saudí Aramco, el funcionario repite una vez más que se trata de acusaciones totalmente infundadas e insostenibles.
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Desde el bombardeo a la central petroquímica del reino árabe, los saudíes buscan contra viento y marea vincular a Teherán con el ataque, aun cuando las fuerzas yemenís asumieron inmediatamente la autoría.
Musavi insiste, asimismo, en que, para acabar con la actual guerra en Yemen, Arabia Saudí y sus aliados deben dejar de masacrar civiles y aceptar un alto el fuego.
Desde marzo de 2015, Arabia Saudí y sus aliados han matado a decenas de miles yemeníes, provocado cientos de miles de heridos y desplazados, y sumido a la nación en la peor crisis humanitaria del mundo, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
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