En su intervención en la primera jornada de la actual sesión de la Asamblea Popular Suprema (Parlamento) celebrada el lunes, Kim Jong-un pidió modificar la Constitución para definir a Corea del Sur como “país hostil número uno”, e insistió en que “la reconciliación” o “la reunificación” con el vecino del sur ya no son accesibles.
En la nueva Carta Magna, detalló Kim, hay que definir, que en caso de guerra “es importante tener en cuenta la cuestión de ocupar, reprimir y reclamar por completo la República de Corea [nombre oficial del Sur]”.
“Hoy la Asamblea Popular Suprema pone fin a casi 80 años de relaciones Norte-Sur y legisla nuestra nueva política para el Sur”, clamó el número uno del país norcoreano, un cambio fundamental en materia diplomática, surgido en medio de escalada de tensiones en la Península, por la que Pyongyang culpa a Estados Unidos y Corea del Sur.
Denunció también, en tono duro, las políticas hostiles de Estados Unidos, apoyadas por Seúl, para acabar con Corea del Norte, dejando claro que ello no permite más margen de maniobra que el de prepararse para un conflicto bélico, según informó la agencia oficial norcoreana de noticias KCNA.
Censuró además “la creciente confabulación militar entre Japón y la República de Corea” y dijo que ello estaba “dañando seriamente” la seguridad nacional del Norte. En esta línea, instó a todas las agencias gubernamentales del país a establecer “medidas exhaustivas para la transición inmediata a un régimen de guerra en caso de emergencia” y a “hacer preparativos materiales minuciosos para la resistencia nacional”.
Este fin de semana, el Gobierno norcoreano decidió disolver todas las organizaciones de intercambio civil con el Sur establecidas a lo largo de las últimas cinco décadas para lograr un acercamiento entre ambos vecinos, que han sido técnicamente en guerra desde el conflicto que los enfrentó (1950-53), lo cual se cerró solo con un acuerdo de armisticio. Kim urgió a las autoridades pertinentes a implementar cuanto antes la decisión.
Las declaraciones de Kim tuvieron una reacción inmediata del Sur. El presidente surcoreano, Yoon Suk-yeol, sumiso a las políticas de Washington, según afirma Pyongyang, advirtió de que Seúl “castigará con mucha más dureza” a Pyongyang en caso de un ataque.
Las relaciones entre las dos Coreas se encuentran en uno de sus puntos más bajos en décadas, con el líder norcoreano acelerando la expansión de su programa nuclear y de misiles, mientras Seúl y Washington intensifican maniobras militares en la zona.
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