Los países del Grupo de los Siete, reunidos en Alemania, pusieron en marcha un programa ambicioso para recaudar 600 mil millones de dólares a fin de contrarrestar la iniciativa china de la Franja y Ruta de la Seda, que el presidente chino, Xi Jinping, lanzó hace algunos años.
Al respecto, la Cancillería de China denunció que mientras el mundo está luchando por la recuperación económica tras la pandemia del coronavirus, el G7 no está dedicado a la unidad ni a la cooperación, sino que está dispuesto a crear divisiones y confrontaciones sin ningún sentido de responsabilidad o moralidad.
Las interferencias occidentales no se limitaron solo a esto. El G7 aseveró que Pekín debe presionar a Rusia para terminar su operación militar especial en Ucrania, lo que también se enfrentó a las condenas de China, que denunciando el suministro de armas por Occidente a Ucrania, dijo que las sanciones antirrusas no pueden resolver la crisis.
El vocero de la Cancillería china, Zhao Lijian, respondió a la ampliación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y su creciente implicación en el conflicto de Ucrania. Dijo que Pekín insta al organismo a que aprende sus lecciones y deje de intentar lanzar una nueva guerra fría.
Pekín en reiteradas ocasiones ha denunciado que los países occidentales, en particular los de la OTAN, exageran de diversas formas la supuesta “amenaza china” y usan los legítimos intereses del país asiático para crear confrontaciones, así que ha expresado que la Alianza Atlántica debería dejar su anacrónica doctrina de seguridad basada en provocar enfrentamientos y generar tensiones no solo en Europa, sino en la región de Asia-Pacífico.
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