En un escueto comunicado de una sola línea, el ministro de Información, Edinho Silva, informó el domingo que, según un balance del Gobierno, las protestas ocurrieron "dentro de la normalidad democrática".
La frase evaluativa, ya pronunciada anteriormente por Silva, fue acuñada durante una reunión de Rousseff con algunos de sus ministros más cercanos, después de que concluyeran las manifestaciones registradas en unas 150 ciudades del país, con una participación —según la policía— de más de medio millón de personas.
Si bien la marcha del domingo, tuvo menos participación que la del 15 de marzo y la otra el 2 de abril, marcó la diferencia del llamado a la destitución o renuncia de la mandataria del Partido de los Trabajadores (PT), propuesta apoyada por el 66 por ciento de la población, de acuerdo con un sondeo realizado hace dos semanas por el Instituto Datafolha.
"Fuera Dilma”, fue el grito con el que la marea verde amarilla, colores de la bandera de Brasil, expresó su rechazo a la gestión del segundo mandato de Rousseff, que asumió el cargo en enero pasado. Según encuestas divulgadas recientemente, solo el ocho por ciento de los electores avala a la presidenta, mientras que el rechazo asciende al 71 por ciento.
El descontento social se ha desbordado, sobre todo, tras la revelación de tramas de corrupción en la estatal petrolera Petrobras que involucra a políticos del oficialista PT, presuntamente incluido su fundador el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva. Otro motivo es la crisis económica, reflejada en alza de precios y desempleo, además del estancamiento del crecimiento que este año prevé contraerse un 1,5 %.
Pese a que la mayoría de los manifestantes defienden el 'impeachment' (juicio político de cara a la destititucion) o la renuncia de la mandataria dentro de las bases democráticas, algunos —un poco más que en las protestas anteriores— apoyaron un golpe militar.
"Para acabar con la corrupción, es urgente que los militares tomen el poder y se convoquen elecciones en 90 días", esgrimía el perito judicial Emilio Alarcón sosteniendo una pancarta a favor del golpe durante la marcha en Río de Janeiro. Otras 300 personas, secundaban su idea.
De todas formas, son muchos los que quieren derribar a la presidenta de una u otra manera, frente a los que la respaldan.
La misma jornada, gremios, miembros del PT celebraron un acto frente al Instituto Lula, en Sao Paulo, en defensa de la democracia y el estado de derecho en la nación. Con gritos de "no va haber golpe" las manifestantes dijeron que salieron a las calles para repudiar los intentos de grupos de oposición de desestabilizar el país.
Asimismo, en respuesta a la protesta de ayer, diversas organizaciones del campo y la ciudad, así como principales centrales sindicales convocadas por el PT realizarán el próximo jueves manifestaciones en solidaridad con la mandataria, quien insiste en que revertirá la crisis, descarta renunciar y asegura una y otra vez: "No voy a caer".
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