Se trata de una huelga iniciada en al menos ocho refinerías y algunas fábricas a lo largo del país contra los altos precios del combustible y el gas de cocina, además de exigirse la renuncia del presidente de Petrobras, Pedro Parente.
“Los petroleros entramos en huelga, sí. Quienes pensaron que no iríamos a la lucha contra esos precios abusivos de los combustibles se equivocaron”, ha dicho en un mensaje colgado en las redes sociales Tezeu Bezerra, el coordinador del sindicato Sindipetro Norte Fluminense, del estado de Río de Janeiro.
También han manifestado su “apoyo y solidaridad” a la huelga la Central Única de los Trabajadores (CUT), Fuerza Sindical, la Unión General de los Trabajadores (UGT), la Central de los Trabajadores y Trabajadoras de Brasil (CTB), la Nueva Central y la Central de los Sindicatos de Brasil (CSB), y eso pese a que el Tribunal Superior del Trabajo (TST) emitió el martes un fallo que penaliza el paro con elevadas multas, por considerarla abusiva.
Los petroleros entramos en huelga, sí. Quienes pensaron que no iríamos a la lucha contra esos precios abusivos de los combustibles se equivocaron”, ha dicho Tezeu Bezerra, el coordinador del sindicato Sindipetro Norte Fluminense, del estado de Río de Janeiro.
La huelga ha sido confirmada por la Federación Única de Petroleros (FUP), y se suma a una huelga de los transportistas del país que está ya en su novena día y que afecta actualmente a los servicios de transporte público brasileños.
De ahí que el presidente de Brasil, Michel Temer, cediera el domingo ante las demandas de los camioneros anunciando nuevas concesiones a este gremio, después de fracasar su intento de recurrir a las Fuerzas Armadas para poner fin al conflicto.
Todo esto sucede en un contexto de descontento social que presiona al Gobierno de Temer en los meses previos a las elecciones generales de octubre, en las que el mandatario ha renunciado a presentarse, lanzando en su lugar la candidatura de su exministro de Hacienda Henrique Meirelles.
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