En fecha 23 de febrero entregue mis copias de estilo al Excelentísimo Ministro de Relaciones Exteriores Dr. canciller Mohamad Yavad Zarif, y al día siguiente al Excelentísimo presidente de la República Islámica de Irán Dr. Hasan Rohani a quienes salude con las consideraciones más distinguidas y brinde respetuosos saludos, fraternos y revolucionarios a nombre de las Excelentísimas autoridades del Estado Plurinacional de Bolivia, del presidente constitucional, Luis Arce Catacora, del vicepresidente David Choquehuanca, del hermano Canciller Rogelio Mayta. Asimismo, manifesté ante los presentes mi complacencia y responsabilidad con la cual he recibido el nombramiento y posesión del cargo para representar al Estado Plurinacional en la República Islámica de Irán.
En la oportunidad declaré a la República Islámica de Irán como mi segundo hogar, porque será mi lugar de residencia, y también por el gran cariño, respeto y solidaridad con la que fui recibida por las autoridades religiosas y políticas de este maravilloso país cuando el año 2019 fui embajadora del Estado Plurinacional de Bolivia durante la gestión del hermano expresidente Evo Morales Ayma, a quien estaré siempre agradecida por haber depositado su confianza en mi persona.
Ahora que se presenta de nuevo la oportunidad de volver como embajadora a la República Islámica de Irán, después del nefasto golpe de Estado que rompió la institucionalidad constitucional establecida en mi país, asumo nuevamente el reto para asumir el cargo con responsabilidad para estrechar los vínculos de cooperación política, económica, social y cultural y lograr que las relaciones bilaterales avancen hacia los objetivos estratégicos que tanto Bolivia a través del Ministerio de Relaciones Exteriores, como Irán a través de su institucionalidad establecida electiva y no electiva tienen planteados en el ámbito de política internacional, de relacionamiento diplomático, fraternal y de respeto mutuo entre ambos Estados.
En esta declaración quiero mencionar algunos aspectos que tienen en común la Revolución Islámica de Irán, con la Revolución democrática y cultural de Bolivia.
Concerniente a la Revolución Islámica de Irán, que fue inédita en su género, se produce hace 42 años, el 11 de febrero del año 1979. Esta revolución fue uno de los acontecimientos más inesperados y extraordinarios de los tiempos modernos, no fue obra de un partido político dirigente que movilice, y organice la revolución, este papel lo desempeñó una red de comités de las mezquitas, presidida por líderes del clero chií, bajo el liderazgo del ayatolá Ruholá Jomeini, que tuvo la capacidad de articular un poderoso movimiento de masas de protesta, que no recibió́ ningún apoyo exterior, ni contaba con armamento. Las únicas armas con las que contaron para luchar fueron sus convicciones religiosas, políticas y revolucionarias a través de las cuales lograron debilitar y destruir a una monarquía con un ejército de 400 000 hombres, que contaba con enormes recursos financieros y un importante respaldo internacional de países imperialistas.
La direccion y conducción de su líder y la movilización de la “Umma” musulmana desplazaron del poder al shah de Irán. La revolución se legitima por los resultados del referendo que logra el 98 % de votos a favor, que define el carácter del gobierno islámico, la forma de Estado, y la Constitución basada en principios islámicos inspirados en el Coran o el libro de la Revelación. De esta forma, la revolución iraní, hacia realidad una de las principales consignas del líder religioso Ruholá Jomeini, nah gharb nah sharq, “Ni el Este ni el Oeste”. Es decir ni padadigmas liberales de libre mercado y democracia de élite liberal, ni Soviets o socialismo soviético. La revolución es para construir con soberanía el gobierno islámico.
En este contexto político y agitado de la revolución, se produjo un hecho inédito que denota la euforia revolucionaria y la participación de los jóvenes al lado del clero shiita; y es la toma de la embajada de Estados Unidos por parte de estudiantes universitarios que se conoce en la historia como la “crisis de los rehenes”, que duró 444 días.
La revolución y las medidas revolucionarias provocaron la reacción de poderes imperiales que apoyaban e imponían sus políticas foráneas al shah. Estados Unidos, no se resignaba -ni resigna hoy- a perder los recursos hidrocarburíferos presentes en territorio iraní. Este territorio clasificado por los estrategas estadounidenses como o un “hearthland”, es clave en términos geopolíticos y geoestratégicos, pues Irán ubicado en el corazón de Asia Occidental, es un Estado determinante para equilibrar las relaciones de fuerza y poder con los Estados que delimitan sus fronteras, y que al ser también ricos en recursos hidrocarburíferos, unos operan también para lograr hegemonía y otros sufren la desestabilización foránea. Consiguientemente, no es casual que el programa nuclear iraní se haya iniciado durante el mandato del shah Mohamadreza Pahlavi en la década de 1950 con apoyo y beneplácito estadounidense. Por eso, apenas a un año de la Revolución, la naciente República Islámica de Irán tuvo que enfrentar las estrategias contrarevolucionarias como la denominada “Guerra Impuesta”, que durante ocho años enfrentó y ensangrentó a dos pueblos hermanos y musulmanes: Irak frente a Irán.
Irán en esta guerra, enfrentó a la contrarrevolución a través de Irak, una vez que Saddam Husein recibió el apoyo del imperio estadounidense y a otras fuerzas militares de otros cinco Estados que dieron apoyo a Irak. La guerra fue la expresión de la hostilidad imperialista contra la revolución y el pueblo iraní que perdió millones de hombres jóvenes y adolescentes se entregaron de manera voluntaria a la “Santa Defensa”, hoy recordados como mártires. Esta guerra forjo en la República Islámica de Irán las actuales estructuras institucionales de seguridad, resguardo y defensa de la revolución; como por ejemplo, el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria, un poderoso cuerpo militar llamados tambien guardianes de la revolución islámica los “pasdaran” y la milicia de Movilización de los Oprimidos (basij).
Por eso para entender y estrechar las relaciones bilaterales con la República Islámica de Irán, debemos considerar su historia, sus principios y valores islámicos, así como su imaginario político que guía su política interior y exterior. Su historia, tiene dos dimensiones, la historia larga y la corta. La historia larga nos remite a la civilización y cultura persa, de más de 3000 años de antigüedad, la mayoría de iraníes, lleva consigo en su memoria histórica la civilización persa como un legado cultural a la humanidad. La historia corta, nos remite a la Revolución Islámica. Con relación a sus principios y valores, estos son, en primer lugar, los religiosos y místicos, esto es el Islam y el Irán chií, y en segundo lugar, los valores y principios políticos y revolucionarios establecidos en su Constitución sobre la base de los primeros.
Su imaginario político que guía su política interior y exterior, se caracteriza por estar determinado por la compleja situación regional en que se encuentra, tanto en su flanco oriental (Paquistán, Afganistán, Asia Central) como en su flanco occidental (Irak, Arabia Saudí, Turquía, El Líbano, Palestina). Irán, en este sentido limita con varios estados que se encuentran en conflicto interno, producto también de la intromisión extranjera que busca desestabilizar a la región para impedir que Irán siga avanzando, articulando y constituyendo su poder hegemónico en la región.
Por consiguiente, Irán es, un poder con aspiraciones civilizatorias sin igual, con capacidad de influir en la región, lo que refleja su importancia internacional. Además de ello, es un Estado revolucionario dispuesto a utilizar su poder estatal y su red internacional para ejercer su influencia. Ya bien lo decía el Imam Jomeini: “Nosotros, los revolucionarios islámicos, no somos como Salvador Allende; a nosotros no pueden liquidarnos con una simple bocanada de humo de la CIA (siglas en inglés de la Agencia Central de Inteligencia de EE.UU.)”.
Por eso, para actuar y desempeñar un papel idóneo en la misión que se me encomienda, es importante conocer y comprender la construcción social y política que determina las relaciones internacionales de Irán con su entorno y el resto del mundo, y por esta vía, nuestra propia relación con esta hermana República Islámica y el pueblo iraní. También es esencial tener en cuenta que la República Islámica de Irán no ha agotado ni mucho menos su potencial revolucionario, su imaginario político la impulsa a tomar acciones para constituirse en potencia hegemónica en Asia occidental, y por eso mismo, seguirá siendo durante muchos años una fuerza poderosa e inquietante en la región pese a las fuertes sanciones internacionales impuestas por Estados Unidos.
Asimismo, no puedo dejar de referirme a las miradas externas y prejuicios para juzgar a la República Islámica de Irán, que tienen un carácter paranoide, este término lo utilizo en el sentido y significación que le otorga la ciencia política, es decir, para denotar una propensión de líderes políticos y de la opinión pública para distorsionar el legado religioso de la revolución iraní.
Atacan a este elemento constitutivo de la revolución, ¿por qué? Porque el legado religioso del Irán chií, es relevante para su política exterior, ya que como una revolución islámica, Irán no solamente ha ofrecido un ejemplo de lo que es una revolución, sino que también ha contribuido a definir la comunidad de los musulmanes, la ummah, como la comunidad relevante de los oprimidos del mundo. Por eso la Constitución Iraní de 1980 tiene el mandato de dar apoyo a los oprimidos (musulmanes) en lucha” en todo el mundo, y presenta a las potencias “imperialistas” occidentales como opresores y como los “enemigos del Islam”.
Contrariamente, a esa mirada externa paranoide, lo que es de una importancia central para la estrategia y la opinión pública iraní, es que el factor religioso o el chismo iraní, proporciona, una serie de temas que favorecen la apelación a una política exterior revolucionaria: el objetivo, o la utopía (entendida esta como algo realizable), de una era sin diferencias sociales y sin privaciones; un fuerte compromiso con la justicia social; un lenguaje, vocabulario y varias formas narrativas que tiene efectos de poder con el que se legitima o deslegitima a los oponentes a escala internacional; ya que la fe, y ésta ligada a la política, tiene carácter emancipatorio en todos los discursos de los Imames, o líderes supremos. En estos discursos también resalta la idea central de seguir una política de diálogo y no de confrontación en el ámbito internacional, seguir la evolución de los acontecimientos promocionando una política de paz y de convivencia pacífica entre los Estados. Por eso, comprender todo el potencial de su revolución nos lleva a un debate fructífero.
Por lo dicho, estoy plenamente segura que aprenderé mucho de los hermanos y hermanas iraníes y que ellos con la solidaridad y respeto que tienen por nuestro Gobierno desde inicios de la gestión del hermano presidente Evo Morales, hasta el actual Gobierno del hermano Luis Arce Catacora, también están dispuestos a aprender de nuestro proceso de cambio y de nuestra revolución democrática y cultural.
Esta afirmación la manifiesto porque las relaciones con la hermana República Islámica de Irán que datan desde el año 2007, se han dado en el marco del mutuo respeto a nuestras soberanías, compartimos en el ámbito de política exterior la apuesta por un mundo multipolar, la soberanía de los estados y la no injerencia en asuntos internos, la diplomacia por la paz, el diálogo intercivilizatorio y otros.
Los aspectos históricos, más relevantes de las relaciones entre la Republica Islamica de Iran y el Estado Plurinacional de Bolivia se dieron el 2007 en Nueva York, en la Asamblea General de las Naciones Unidas, cuando el presidente de Irán Ahmadineyad recibió apoyo del presidente Evo Morales para su programa nuclear con fines pacíficos como el derecho de los Estados y de los pueblos a desarrollar ciencia y tecnología en beneficio de la sociedad y de su soberanía tecnológica. Posteriormente desde 2007 hasta la fecha se suscribieron varios instrumentos internacionales, como Memorandos de Entendimiento, Acuerdos y Convenios de Cooperación, Diálogos Políticos, Notas Reversales, y otros que fortalecen las relaciones bilaterales entre los dos Estados.
Estas relaciones se establecieron porque tenemos en común varios aspectos en el ámbito de política internacional.
En primer lugar, nuestras políticas exteriores son soberanas, independientes y con identidad propia, y se despliegan en el actual contexto internacional donde se producen cambios que configuran un nuevo esquema de relaciones de poder, gracias a la irrupción de nuevos actores que tienen referentes políticos, ideológicos, económicos, filosóficos religiosos y de identidad socio-cultural, que visibilizan la heterogeneidad de civilizaciones alternativas al referente civilizacional occidental que edificó el capitalismo económico, la democracia liberal y la forma de relacionamiento interestatal que actualmente conforman el sistema internacional. Estos cambios, moldean el accionar de los viejos y nuevos actores internacionales estatales y no estatales que van configurando el nuevo orden internacional, que sigue una tendencia multipolar.
El Estado Plurinacional de Bolivia y la República Islámica de Irán, al no ser realidades aisladas de este proceso internacional, son parte constitutiva de los nuevos actores y sus revoluciones -aunque diferentes-, presentan similitudes en sentido que desplazaron del estado a élites políticas tradicionales, y representan un clivaje por la afirmación, reconocimiento y posterior autodeterminación de sus Estados, gobiernos y pueblos que visibiliza la posibilidad de materializar otras perspectivas políticas, económicas y socioculturales y religiosas diferentes a la visión occidental dominante. Consiguientemente han demostrado que es posible aplicar y consolidar modelos alternativos de Estado y Sociedad e irrumpir en la realidad internacional para jugar un rol de relevancia en la definición de la agenda multilateral que ha permitido incorporar una serie de temas como por ejemplo los derechos de la madre tierra en el caso boliviano.
Es importante también mencionar que en ambos, existe una conciencia internacional del colapso del actual modelo de relaciones internacionales, y se asemejan por sus postulados pacifistas establecidos en sus constituciones, reivindican programas de energía nuclear para fines pacíficos, y cuestionan el recurso de la fuerza militar que utilizan algunos Estados, como un efecto de su pérdida de hegemonía en la esfera global.
Asimismo ambas revoluciones marcaron hitos porque introducen nuevos principios y valores establecidos en sus respectivas Constituciones para el relacionamiento internacional como es la Soberanía, el “Vivir Bien” y la “Diplomacia de los Pueblos por la Vida en el caso del Estado Plurinacional, y de la misma forma la República Islámica de Irán, estableció nuevos principios y valores que plantean la Soberanía, la Justicia y la Umma, término con el cual se refieren a los derechos del pueblo iraní y a los del mundo musulmán, en particular a los desheredados.
Ambos defienden y posesionan los derechos a la identidad cultural, la inclusión, la comunidad, el respeto por la vida, la reducción y superación de las asimetrías, la integración, promueven acciones conducentes a la construcción de un orden internacional que rechaza la práctica política del unipolarismo cuya finalidad fue la de imponer un orden internacional lineal, unidireccional, imperial y neo colonizador a través del poderío económico y militar.
En las relaciones bilaterales, ambos Estados planteamos fortalecer y estrechar las relaciones con todos los países del mundo fortaleciendo los procesos de integración y también planteamos posicionarnos geopolíticamente mediante la inserción de temas de interés y prioridades nacionales en la agenda internacional, fortaleciendo la representación y participación de nuestros Estados en los espacios multilaterales, y en los procesos de integración regional a través de la conformación de bloques regionales para incidir en el escenario mundial.
Resumiendo, la soberanía con autodeterminación, es la línea base de la política exterior del Estado Plurinacional y de la República islámica de Irán. Ambos en sus respectivas constituciones definen el mandato político de defender la soberanía del Estado, los recursos naturales estratégicos y los intereses del pueblo y/o de la umma.
Para concluir, quiero referirme a la misión diplomática que llevaré adelante. Como embajadora me comprometo a honrar con eficiencia y eficacia la misión que se me encomienda, respetando la Constitución y las leyes de la República Islámica de Irán, desarrollando relaciones fraternas y de respeto con las autoridades. Me comprometo a defender y proteger los intereses del Estado Plurinacional de Bolivia ante la República Islámica, y fomentar relaciones amistosas para llevar adelante las negociaciones diplomáticas con éxito una vez que soy consciente que esta es el arte de aproximar posiciones con miras a la adopción de algún acuerdo que reporte ventajas para las dos partes. Gestionaré y cumpliré los mandatos que tengo asignados como Embajadora Extraordinaria y Plenipotenciaria del del Estado Plurinacional en diversos aspectos: políticos, económicos, socioculturales y otros, porque constituyen el marco de referencia dentro del cual se deberá́ dar cumplimiento a la misión diplomática.