Fuentes militares y activistas locales informaron el domingo que, de los fallecidos, al menos 54 eran civiles: 13 de etnia hutu murieron en un ataque de una milicia nandé en la ciudad oriental de Nyanzale.
Conforme al activista Innocent Gasigwa, el ataque fue una represalia por los 17 civiles que murieron en una localidad cercana el pasado jueves por los disparos y los machetes de los Nyaturu, una milicia hutu.
Por otro lado, al menos otros 25 murieron en un ataque llevado a cabo el sábado por los rebeldes de Fuerzas Democráticas Aliadas-Ejército Nacional para la Liberación de Uganda (ADF-Nalu), según dijeron las fuentes oficiales a la emisora local Radio Okapi.
De esta cifra, 21 eran civiles y 4 rebeldes: perdieron la vida en un ataque múltiple a varios pueblos próximos a Eringeti (ubicada a unos 60 kilómetros de Beni), según las estimaciones del administrador de la zona de Beni, Kalonda Amisi, quien también señaló que el balance de muertos podría aumentar en las próximas horas.
La violencia ha aumentado en este país, ya de por sí sumido en la confusión política. El mandato del presidente, Joseph Kabila, terminó el 20 de diciembre, pero se mantiene en el cargo porque todavía no se han celebrado elecciones para designar a su sucesor.
La Constitución impide a Kabila, que asumió el poder en 2001 tras el asesinato de su padre, presentarse a otro mandato, pero un tribunal ha determinado que puede permanecer en el cargo hasta que se celebren nuevas elecciones. Estaba previsto que hubiera comicios en noviembre, pero el partido gobernante dice necesitar más tiempo para organizarlas, al menos hasta 2018.
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