Las masivas marchas se han celebrado pese a los esfuerzos del Gobierno australiano para prohibirlas y a las advertencias de la Policía de que impondrían multas por motivos de seguridad sanitaria ante la pandemia del nuevo coronavirus, causante de la COVID-19.
Según reportan los medios locales, el número de manifestantes ha sido muy superior a los 5000 que recomendó ayer (viernes) el Tribunal de Apelaciones.
Coreando eslóganes como “Justicia ahora”, los asistentes han criticado el asesinato brutal del afroamericano desarmado George Floyd a manos de un policía blanco en el estado norteño de Minnesota: este lo inmovilizó contra el suelo y, clavándole una rodilla en el cuello por varios minutos, lo asfixió.
Los australianos han aprovechado también la ocasión para protestar contra el racismo y las muertes de aborígenes australianos estando bajo custodia de las autoridades.
“George Floyd, él es el hombre que colmó el vaso en lo que a esta mierda se refiere. Este es el punto de inflexión”, ha dicho uno de los organizadores, Robert Thorpe, ante una multitud arrodillada.
La indignación por el asesinato de Floyd ha traspasado las fronteras de EE.UU., y la gente ha salido a las calles en varios países para denunciar la brutalidad de la Policía del país norteamericano.
Atenas (Grecia), Ciudad de Cabo (Sudáfrica), París (Francia), Londres (el Reino Unido) y Barcelona (España) son algunas ciudades en las que se han registrado protestas antirracistas: varias terminaron en enfrentamientos violentos con la policía.
En estas protestas contra la discriminación, que ya cumplen casi dos semanas, la represión de la Policía estadounidense ha quedado grabada en vídeo y se ha viralizado en las redes sociales, desatando una ola de advertencias y condenas tanto a nivel nacional, como internacional.
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