“La interrupción del suministro de agua durante los esfuerzos actuales para frenar la propagación de la enfermedad por coronavirus pone a los niños y las familias en un riesgo inaceptable”, ha criticado este martes el representante del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) en Siria, Fran Equiza.
Equiza ha denunciado, en concreto, la nueva interrupción de las operaciones de la planta de agua potable de Aluk —que está bajo el control de las bandas terroristas y armadas—, circunstancia que pone en peligro la vida de 460 000 personas.
Esa planta está ubicada cerca de la frontera sirio-turca y se considera la principal fuente de abastecimiento de agua potable de la ciudad de Al-Hasaka y las zonas residenciales circundantes, como Tal Tamer, así como de los campamentos de Al-Hol y Al-Arisha.
El funcionario de Unicef ha alertado contra el uso “del agua y sus instalaciones (…) para obtener ganancias militares o políticas”. “Cuando esto ocurre, los niños son los primeros y los que más sufren”, ha agregado.
Conforme reporta la agencia oficial siria de noticias, SANA, Turquía y los terroristas que apoya en la zona norte de Siria han cortado el suministro de agua potable de Al-Hasaka por tercer día consecutivo.
Esto mientras los residentes de esa región necesitan agua en sus esfuerzos por prevenir y contener el brote del nuevo coronavirus, denominado COVID-19, que se está propagando rápidamente por todo el mundo.
Los nuevos cortes del suministro de agua potable a los sirios se producen dentro del marco de los actos criminales de las agrupaciones armadas apoyadas por Ankara contra las posiciones civiles y del Ejército sirio en las provincias septentrionales del país árabe, como Alepo e Idlib.
tqi/anz/rba
