En virtud del decreto, Moscú deja de conformarse al Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF, por sus siglas en inglés), fundamental para la seguridad mundial durante la última etapa de la Guerra Fría, que fue abandonado en febrero por Estados Unidos por un supuesto incumplimiento de Rusia que el Kremlin niega.
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“Suspender el Tratado entre la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y los Estados Unidos de América sobre la eliminación de misiles de corto y medio alcance, firmado el 8 de diciembre de 1987 en la ciudad de Washington (capital estadounidense)”, reza el documento correspondiente publicado este miércoles en el portal oficial de información jurídica del Gobierno ruso.
El texto, presentado a finales de mayo por el mismo Putin ante los legisladores del país, da además al jefe de Estado del país euroasiático potestad para decidir una eventual reanudación del pacto.
Suspender el Tratado entre la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y los Estados Unidos de América sobre la eliminación de misiles de corto y medio alcance, firmado el 8 de diciembre de 1987 en la ciudad de Washington (capital estadounidense)”, señala un documento publicado en el portal oficial de información jurídica del Gobierno ruso.
El acuerdo prohibía a los firmantes poseer, producir o probar misiles de crucero de un alcance comprendido entre 500 y 5500 kilómetros. Los expertos ya avisaron, tras la salida de EE.UU., que esta decisión por parte de los dos firmantes pondría en riesgo la seguridad de Europa.
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En este sentido, se teme que Washington decida desplegar misiles con capacidad nuclear en Europa para hacer frente a Rusia tras su decisión de abandonar el pacto. El Kremlin había avisado ya de que si EE.UU. abandonaba el tratado los países que alberguen misiles estadounidenses se convertirían en potencial blanco de ataques rusos.
La viabilidad del estratégico tratado fue puesta en entredicho con el paso del tiempo por distintos actores políticos. En los últimos años, surgieron varias propuestas para deshacerse de él, pero nadie se atrevió a hacerlo, excepto el actual presidente de EE.UU., Donald Trump, que ha llevado a Rusia a actuar del mismo modo.
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