Así lo opina el analista Robert Farley en un artículo publicado recientemente por The National Interest, en el que también trata los temas de la doctrina militar, la seguridad nacional y los asuntos marítimos.
El Ártico carece de grandes masas terrestres y centros de población importantes. Las muy bajas temperaturas que lo caracterizan, casi prohibitorias, hacen que incluso las islas más grandes sean prácticamente inhabitables. Bajo estas condiciones, un ejército prácticamente no podría recurrir al uso de una gran infantería o de las formaciones acorazadas. En su lugar, las formaciones que destacan por su movilidad y letalidad ganarían la guerra, comienza el artículo.
Las fuerzas especiales rusas llevan preparándose desde hace mucho tiempo para una guerra en el Ártico, recuerda Farley. Durante la Guerra Fría, las fuerzas especiales rusas, las Spetsnaz, se entrenaron para atacar instalaciones de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Noruega, las islas Feroe, Islandia y otros lugares, añade el analista.
Asimismo, continúa subrayando el hecho de que en los últimos años Rusia ha intensificado el entrenamiento al que somete a sus fuerzas especiales destinadas en el Ártico. Los submarinos, los aviones y los buques de superficie pueden transportar a estos efectivos, que pueden tomar y mantener áreas inaccesibles, realizar reconocimientos e interrumpir las comunicaciones.
En esta línea, el analista cita una lista de medios y armas con las que Moscú podría defender sus intereses en el Ártico en caso de que tuviera lugar un conflicto bélico.
Rompehielos
La Federación de Rusia cuenta con la flota más grande de rompehielos del mundo. Estos buques son cruciales para acceder al Ártico, escribe Farley.
El submarino del proyecto Akula
Akula (tiburón, en ruso) es un submarino gigante de la Marina de Rusia que puede ser equipado con un abundante arsenal de armas. Este sumergible es capaz de luchar contra otros submarinos, así como contra buques que navegan por la superficie.
Aviones MiG-31
Las condiciones meteorológicas en el Ártico no son compatibles con el uso de portaaviones, lo que aumenta la importancia de las aeronaves de despliegue terrestre, como el caza interceptor MiG-31. Aunque los MiG-3 podrían experimentar dificultades a la hora de luchar contra los aviones de quinta generación de EE.UU., estos últimos apenas lograrían acceder al Ártico debido a la falta de bases terrestres estadounidenses en esa región.
Los Tu-95 y los Tu-142
El avión Tu-95 y su versión marítima, el Tu-142, se sienten como en casa en el frío y triste cielo del Ártico. La razón es que, en este lugar inhóspito, existen pocas bases terrestres y no hay portaaviones. Gracias a su elevado radio de acción, que supera los 4800 kilómetros, el Tu-95 puede participar en operaciones fuera del alcance de los cazas terrestres.
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