Hasan Sayad Jodayi, coronel de la Fuerza Quds del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI) de Irán, fue asesinado el domingo de cinco disparos en la cabeza cuando se encontraba en su coche en la puerta de su casa en el este de Teherán, la capital. Los autores del atentado, dos hombres armados que viajaban en una motocicleta, lograron darse a la fuga.
El ministro de Asuntos Exteriores de Irán, Hosein Amir Abdolahian, prometió utilizar “todas las capacidades políticas, legales e internacionales” de la Cartera que dirige para “perseguir el caso de ese asesinato criminal”, con el fin de “castigar a los elementos de ese acto terrorista y responsabilizar a los autores intelectuales y patrocinadores de los terroristas”.
El crimen, dijo el canciller, puso de relieve que la República Islámica, pese a “estar a la vanguardia en la lucha contra el terrorismo”, continúa siendo blanco constante del “terrorismo de Estado” y de los actos terroristas.
Denunció además el “silencio e incluso apoyo de quienes se autoproclaman, falsamente, defensores de la lucha contra el terrorismo y de los derechos humanos”, ante los actos terroristas ocurridos en Irán.
Lo ocurrido el domingo suscitó condenas en todo el país persa. El Cuerpo de Guardianes denunció el atentado criminal como un “acto terrorista” cometido por “elementos vinculados a la arrogancia mundial”, en referencia a Estados Unidos e Israel y aseguró vengar la sangre de su coronel.
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