“Oh, Dios, juro que es mi madre. No sabía que era ella”, exclamó Abd al-Aziz al-Bardini entre lágrimas mientras sostenía la cabeza de su madre, Samira, entre sus brazos.
Sus compañeros de la Media Luna Roja intentaron consolarlo, sin éxito.
Sin saberlo, Abd al-Aziz había recorrido en ambulancia cerca de dos kilómetros al lado del cuerpo de su madre, envuelto en una sábana blanca teñida de sangre, mientras el vehículo avanzaba por caminos destrozados hacia el Hospital Mártires de Al-Aqsa, en Deir al-Balah, en el centro de la Franja de Gaza.
Tres personas fueron asesinadas y al menos diez resultaron heridas en un ataque israelí a un automóvil en el campamento de refugiados de Al-Maqazi, según informaron funcionarios de salud palestinos y periodistas de Associated Press.
Los responsables del hospital señalaron que dos de los asesinados eran hombres que se encontraban en el vehículo, mientras que la explosión hirió de muerte a Samira al-Bardini, de 61 años, que estaba cerca del lugar.
Abd al-Aziz estaba en una de las dos ambulancias enviadas al sitio del ataque.
rba