La Autoridad Energética de la Franja de Gaza estima que el déficit de energía del enclave se elevará al 75 por ciento como consecuencia del cierre de la central y, por ello, los gazatíes solo tendrán acceso a la electricidad entre tres y cuatro horas al día, según ha informado este martes la agencia palestina de noticias WAFA.
El régimen de Israel anunció el jueves pasado la suspensión de la entrada de combustible a la Franja de Gaza, justificando que, con esta medida, respondía al lanzamiento de supuestos cometas y globos incendiarios, por parte de grupos de jóvenes palestinos, hacia los asentamientos israelíes en la Palestina ocupada.
La compañía eléctrica de la Franja de Gaza ya había advertido el domingo que casi dos millones de residentes del enclave costero podrían quedarse sin electricidad si Israel no levanta el bloqueo para que entre combustible.
La frecuente escasez de combustible y la falta de electricidad han paralizado en muchas ocasiones las actividades de la mayoría de los hospitales en Gaza, provocando una grave crisis en el sector sanitario, que vive actualmente momentos difíciles por la pandemia del nuevo coronavirus, causante de la COVID-19.
El Movimiento de Resistencia Islámica de Palestina (HAMAS) denunció el cese del envío de combustible por Israel a Gaza, considerando la medida un “acto de agresión peligroso”.
HAMAS criticó que las políticas agresivas de Israel agravan las crisis que enfrentan los palestinos en Gaza, paralizan la vida cotidiana de los gazatíes y obstaculizan la lucha que lleva a cabo el asediado enclave contra el nuevo coronavirus.
El cese del suministro de combustible a Gaza se suma a otras medidas restrictivas anunciadas por el régimen de Tel Aviv, como el cierre del único cruce comercial al enclave costero, el de Kerem Shalom, y la disminución de la zona de pesca que Israel autoriza a los gazatíes de 15 a 8 millas náuticas.
La Franja de Gaza es presa de un bloqueo por parte del régimen israelí, por tierra, mar y aire, desde junio de 2007. Además, es blanco de frecuentes arremetidas de los soldados israelíes desde que estallaran las Marchas del Retorno el 30 de marzo de 2018, protestas que reclaman el derecho al retorno de los refugiados palestinos que abandonaron sus hogares o de los que tuvieron que huir en 1948, tras la creación ilegal del régimen de Tel Aviv.
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