Publicada: lunes, 26 de agosto de 2024 18:48

Hezbolá lanzó el domingo 25 de agosto la primera fase de su represalia por el ataque de Israel al sur de Beirut y el asesinato de Fuad Shukr, un alto comandante del movimiento.

Se prevé que estas operaciones continúen, y la Resistencia libanesa ha subrayado que los ataques con drones y misiles seguirán adelante.

Hezbolá explicó en un comunicado el objetivo de esta operación: Esta fase consiste en atacar bases y posiciones israelíes para facilitar el avance de las ofensivas hacia sus objetivos específicos en la profundidad del territorio enemigo.

 Al Jazeera informó que Hezbolá llevó a cabo un ataque con drones contra una base israelí en el norte de los territorios ocupados de Palestina. En un comunicado, el grupo afirmó: “Para apoyar al resistente pueblo palestino y su valiente y noble resistencia en la Franja de Gaza, hoy a las 3:00 PM, hora local, los combatientes de la Resistencia Islámica atacaron y destruyeron directamente uno de los sistemas técnicos de la base 'Al-Manara' mediante un ataque con drones.” Hezbolá también destacó que, como respuesta inicial al asesinato del comandante Fuad Shukr, ha atacado la profundidad estratégica de Israel con cientos de misiles y drones.

Tras este ataque, Sayyd Hasan Nasralá, en un discurso, declaró: “La operación a gran escala de Hezbolá contra el enemigo sionista, llevada a cabo hoy, la denominamos 'Operación Arbaín'. Queremos dejar claro que la responsabilidad por la escalada de tensión en Líbano y en el frente recae en el enemigo israelí.” Añadió: “La decisión fue disparar 300 cohetes Katyusha en pocos minutos para saturar los sistemas de la Cúpula de Hierro y permitir el paso de los drones.

Con este objetivo, lanzamos 340 cohetes Katyusha contra bases y campamentos israelíes, y por primera vez, lanzamos drones desde la región de Bekaa.” Nasralá enfatizó: “Todos los drones lanzados desde Bekaa cruzaron con éxito la frontera entre Líbano y Palestina y alcanzaron sus objetivos designados. Nuestro objetivo militar específico fue la base de inteligencia militar, la Unidad 8200, cerca de Tel Aviv.”

En respuesta a la operación de represalia de Hezbolá, aviones de combate israelíes llevaron a cabo más de 40 ataques aéreos en el sur de Líbano, el mayor ataque desde el inicio de las hostilidades en los territorios ocupados el 8 de octubre de 2023.

Fuentes libanesas señalan que es muy probable que el grupo yemení Ansarolá ataque a Israel en las próximas horas. Además, no hay que olvidar que la República Islámica ha prometido responder al asesinato en Irán del líder de Hamás, Ismail Haniya. Todo esto sugiere que se espera una respuesta coordinada y escalada, aunque respetando los tiempos de cada integrante del conocido como Eje de la Resistencia.

El movimiento libanés está convencido no solo de que puede resistir la agresión israelí, a pesar del costo en vidas y la destrucción de la infraestructura en Líbano, sino también de que puede causar una destrucción equivalente en Israel. Dado que Hezbolá se asemeja más a un ejército convencional que a un grupo guerrillero, posee capacidades que le permitirían infligir un daño sin precedentes a Israel.

A diferencia de Hamás, Hezbolá cuenta con un vasto arsenal de armas sofisticadas, incluidas misiles de largo alcance y guiados, que podrían paralizar la vida civil en todo Israel y causar una devastación significativa en una próxima guerra. Además de esto, Hezbolá se ha consolidado como una potencia regional por derecho propio y como la piedra angular del “eje de resistencia”, una alianza liderada por Irán que incluye a Siria y a Ansarolá de Yemen, así como a grupos palestinos como Hamás y la Resistencia Islámica en Irak.

Todos estos actores ya están involucrados en esta fase del conflicto. En 2017, Nasralá lanzó una advertencia: “cientos de miles” de combatientes de estos países aliados ampliarían y profundizarían su participación en la “gran guerra” contra Israel si se abriera un segundo frente con Líbano.

Además de estos aspectos estratégicos del grupo, es importante poner el foco en los aspectos políticos sobre los que el grupo construye su visión y que están perfectamente expresados en el nombre dado a la operación militar contra Israel, “Operación Arbaín”.

En este sentido, hay que explicar que miles de musulmanes y en particular los chiíes están de peregrinación en la ciudad iraquí de Kerbala para conmemorar el día de Arbaín, que marca los cuarenta días después de Ashura, que conmemora el aniversario del martirio de Husein ibn Alí, nieto del profeta y tercer imán.

Hezbolá basa todo su discurso en la tradición histórica de lucha contra la opresión basada en los eventos de Kerbala. En resumen, en Kerbala se libró una batalla entre el califa Yazid I y el grupo de partidarios de Alí, liderados por su hijo Husein ibn Alí. Husein se negó a reconocer a Yazid como califa y denunció su opresión y tiranía. Finalmente, Husein y sus seguidores fueron brutalmente masacrados por las fuerzas de Yazid, tras haber pasado varios días sin agua ni alimento. En la tradición chií, el martirio del Imam Husein no solo se ha convertido en un referente histórico, sino también en un paradigma onto-político de la lucha contra la opresión.

En la visión de Hezbolá el enfrentamiento contra Israel se enmarca, por tanto, en una lucha perpetua entre el partido de Dios (Hizb-Allah) y el partido de Satán (Hizb al-Shaytan).

En ese sentido, el Líder Supremo iraní, ayatolá Ali Khamenei, en una ceremonia de conmemoración del Arbaín, señaló que “el frente de Huséin se ha dado a conocer a sí mismo. El Imam Husein (la paz sea con él) dejó claro en su viaje a Karbalá cuál era su mensaje: la cuestión es la opresión, la injusticia. El frente de Huséin actúa y lucha contra la opresión”.

Es decir, tanto la República Islámica como el grupo libanés Hezbollah coinciden en considerar la lucha contra el sionismo como una lucha existencial.

El escenario ideal para Hezbolá (como para Irán) es regresar a las reglas de enfrentamiento anteriores al 8 de octubre, un período caracterizado en el caso del grupo libanés por escaramuzas de represalia a lo largo de la frontera entre Israel y Líbano, lo que requeriría que Israel absorba su respuesta y desescale el conflicto. Más allá de eso, su objetivo final es que se establezca un alto el fuego. Ambos objetivos dependen de si Israel, que es incapaz de enfrentar a Hezbolá por sí solo, busca involucrar a Estados Unidos en una guerra regional a gran escala.

Además de los aspectos estratégicos, es crucial centrarse en los fundamentos políticos que sustentan la visión de Hezbolá, claramente expresados en el nombre de su reciente operación militar contra Israel, “Operación Arbaín”. Esta denominación no es casual. Arbaín es una fecha profundamente significativa para los musulmanes, especialmente para los chiíes, quienes peregrinan en masa a la ciudad iraquí de Kerbala para conmemorar los cuarenta días posteriores a Ashura, el aniversario del martirio de Husein ibn Alí, nieto del profeta Mahoma y tercer imán chií.

Hezbolá basa su discurso en la tradición histórica de lucha contra la opresión, inspirada en los eventos de Kerbala. En aquella batalla, el califa Yazid I se enfrentó al grupo de partidarios de Alí, liderados por su hijo Husein. Husein se negó a reconocer a Yazid como califa, denunciando su opresión y tiranía. Tras varios días sin agua ni alimento, Husein y sus seguidores fueron brutalmente masacrados por las fuerzas de Yazid. En la tradición chií, el martirio del Imam Husein no solo es un referente histórico, sino también un paradigma ontológico y político de la lucha contra la opresión.

Desde la perspectiva de Hezbolá, el conflicto con Israel se enmarca en una lucha perpetua entre el “partido de Dios” (Hizb-Allah) y el “partido de Satán” (Hizb al-Shaytan). En este sentido, el Líder Supremo iraní, el ayatolá Ali Khamenei, durante una ceremonia de conmemoración del Arbaín, afirmó: “El frente de Huséin se ha dado a conocer a sí mismo. El Imam Husein, en su viaje a Kerbala, dejó claro cuál era su mensaje: la cuestión es la opresión, la injusticia. El frente de Huséin actúa y lucha contra la opresión”.

Tanto la República Islámica como Hezbolá coinciden en considerar la lucha contra el sionismo como una lucha existencial. En este contexto, el escenario ideal para Hezbolá (y para Irán) sería volver a las reglas de enfrentamiento previas al 8 de octubre, un periodo caracterizado por escaramuzas de represalia a lo largo de la frontera entre Israel y Líbano, que implicarían que Israel absorbiera sus respuestas y desescalara el conflicto. Su objetivo final es que se establezca un alto el fuego, aunque esto depende de si Israel, incapaz de enfrentar a Hezbolá por sí solo, busca involucrar a Estados Unidos en una guerra regional a gran escala.

 

Por Xavier Villar