Publicada: jueves, 12 de septiembre de 2024 7:25

En un acalorado debate presidencial en Estados Unidos, Kamala Harris y Donald Trump discutieron sobre quién apoya más la ocupación sionista.

Por: Wesam Bahrani *

En un intenso debate presidencial estadounidense celebrado el miércoles, los candidatos Kamala Harris y Donald Trump se enfrentaron en una competencia sobre quién demuestra mayor devoción hacia la ocupación sionista.

Trump acusó a Harris de albergar sentimientos antisraelíes y afirmó que ella “odia a Israel”. Aseguró que, si Harris ganara las elecciones, Israel “dejaría de existir” en dos años.

Trump también alegó que Harris, “a su manera, odia a la población árabe”. “Todo estallará: los árabes, el pueblo judío, Israel. Israel desaparecerá”, indicó el exmandatario.

Durante su primer mandato, de 2017 a 2021, el presidente republicano fue extremadamente generoso con Tel Aviv, reubicando ilegalmente la embajada de Estados Unidos en la ocupada Al-Quds (Jerusalén) y reconociendo que los altos del Golán sirios, ocupados ilegalmente, pertenecen al régimen israelí.

Entre las muchas medidas malvadas que tomó la administración Trump contra los palestinos, se encontraba la negativa a reconocer el derecho al retorno palestino, un derecho legal consagrado en el derecho internacional y de profunda importancia para los palestinos.

Kamala Harris, la candidata demócrata en las elecciones de noviembre dentro del sistema bipartidista estadounidense, también manifestó su apoyo incondicional a la ocupación israelí.

En su defensa, Harris argumentó que Trump intentaba “dividir y distraer” de la realidad, al tiempo que reafirmaba su respaldo a la ocupación israelí para ganarse el favor de los lobbies proisraelíes en Washington.

“He respaldado a Israel y a su pueblo a lo largo de toda mi carrera y vida”, afirmó Harris, intentando poner en jaque a su rival republicano por su apoyo incondicional al régimen de apartheid en los Estados Unidos.

También intentó presentarse como una defensora de la paz, afirmando que la guerra genocida de Israel contra Gaza debe cesar, y reiteró el mito de la “solución de dos estados” que muchas administraciones estadounidenses han repetido durante las últimas décadas sin llevar a cabo ninguna acción concreta.

Nos acercamos al primer aniversario del genocidio en Gaza, un conflicto que la administración Biden, con Harris como vicepresidenta, ha permitido a través de envíos incontrolados de armas al régimen israelí, incluyendo bombas de 2000 libras, inapropiadas para la guerra urbana, especialmente en una zona densamente poblada como Gaza.

Tanto Trump, como republicano, como Harris, como demócrata, siguen las directrices de sus respectivos partidos en cuanto al apoyo a la ocupación israelí, con la única diferencia en el método para asegurar la supervivencia de esta ocupación ilegal.

Durante las últimas décadas, la solidaridad de Estados Unidos con la ocupación israelí ha sido ampliamente reconocida por la opinión pública global y bien documentada por grupos de derechos humanos.

La diferencia no radica en quién apoya a la ocupación israelí y quién está en contra, ya que no existe tal distinción.

La disparidad entre los sionistas que gobiernan la Palestina ocupada y el movimiento sionista global, con sede en Washington D.C., se manifiesta en la forma de avanzar para servir a los intereses israelíes y asegurar la supervivencia de la ocupación.

Existe una fina línea entre el bando estadounidense-israelí y el bando estadounidense-sionista. El Partido Demócrata ha llegado a representar al movimiento sionista global, principalmente con sede en Estados Unidos, mientras que el Partido Republicano está más alineado con los israelíes que gobiernan en Tel Aviv.

La relación del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, con Estados Unidos, especialmente después del 7 de octubre y su reciente visita a Washington, subraya estos matices y las relaciones entre Estados Unidos y la ocupación israelí.

Tras el éxito del movimiento sionista en la creación de la entidad de ocupación israelí en 1948, extranjeros de todo el mundo respondieron al llamado de emigrar a Palestina.

Se estableció un sistema financiero que permitió a estos extranjeros asentarse en Palestina ocupada y prosperar a expensas de la población local.

Estos colonos asumieron puestos de autoridad en las tierras ocupadas, creando empresas, instituciones y puestos de autoridad, etc., que dieron lugar a lo que se puede denominar como “intereses israelíes”.

Esto se evidencia en las tierras ocupadas, donde el proceso electoral ha permitido que la ideología sionista florezca con crecientes ambiciones, determinación y extremismo, en medio de una retórica de asesinatos y desplazamientos de palestinos. Un proceso electoral que genera un sistema político israelí, que supervisa los intereses y opiniones israelíes que sirven a la ocupación.

Este fenómeno no siempre está necesariamente vinculado con el movimiento sionista global que representa los ideales de los fundadores del sionismo, sus puntos de vista y los que lo protegen, apoyan y financian o, en realidad, sus guardianes, que ven al sionismo como una herramienta del imperialismo.

Naturalmente, el movimiento sionista internacional también debe supervisar el estatus de la ocupación israelí, a veces en desacuerdo con las posturas de los israelíes en los territorios ocupados que diseñan las políticas israelíes.

En lo que respecta a las guerras emprendidas por Tel Aviv, ambos partidos estadounidenses consideran primero los intereses de Estados Unidos.

Los demócratas podrían ir un poco más allá si el movimiento sionista les proporciona suficientes recursos.

Los republicanos, por su parte, no enviarían tropas estadounidenses para defender la ocupación israelí a menos que la seguridad nacional estadounidense esté en riesgo y se necesite reforzar la hegemonía estadounidense en Asia Occidental, en lugar de debilitarla.

Esta es la fórmula, pero ambos partidos continuarán apoyando la ocupación israelí con armas, fondos de contribuyentes estadounidenses y otros medios, hasta el límite de sus crímenes contra la humanidad, sin importar quién ocupe la Oficina Oval el 20 de enero de 2025.

 

Emergiendo tras el 7 de octubre, se está gestando un movimiento estadounidense-palestino en ascenso, principalmente entre las generaciones más jóvenes, lo que representa una amenaza para ambos bandos, aunque actualmente no forman parte del proceso político, en el futuro podrían tener un papel significativo.

Sin embargo, el Partido Demócrata, sus líderes de alto rango y el movimiento sionista con base en Estados Unidos están intentando ejercer un control más firme sobre Netanyahu.

Creen que su gabinete está llevando a la región hacia la guerra y que Estados Unidos no pueda enviar un ejército para defender la ocupación israelí, reconociendo que Tel Aviv no puede defenderse por sí solo y necesita el apoyo estadounidense.

No obstante, esto podría debilitar la hegemonía de Estados Unidos en la región, algo que no conviene al país norteamericano quedar atrapado nuevamente en Asia occidental, tras las lecciones aprendidas en Irak y Afganistán.

Por esta razón, los sionistas estadounidenses consideran que Washington debería presionar para poner fin a la guerra genocida en Gaza, aunque no por el hecho de que decenas de miles de palestinos, en su mayoría menores y mujeres, hayan sido asesinados y heridos.

Las armas, los fondos, el respaldo político y diplomático, además de los aplausos y ovaciones en el Congreso (en apoyo al genocidio), son todo lo que Netanyahu seguirá recibiendo.

* Wesam Bahrani es un periodista y comentarista iraquí.


Texto recogido de un artículo publicado en PressTV.