El domingo, el arzobispo Carlo Maria Vigano, en una carta de 11 páginas, reveló que el sumo pontífice conocía de los delitos de McCarrick, pero, igual, lo nombró “su fiel consejero”.
Preguntado por la prensa sobre la escandalosa publicación, el papa se limitó a decir: “Yo no diré una palabra sobre esto, creo que el comunicado habla por sí mismo y ustedes tienen la capacidad periodística suficiente para sacar sus conclusiones”.
La gente ya estaba harta de los abusos sexuales cometidos por los curas, pero que el líder de la Iglesia católica los haya, supuestamente, tapado ha desbordado la indignación popular hasta pedir la renuncia del papa.
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